25 de febrero de 2011

PERDONAME POR NO HABER CONSEGUIDO SERTE FIEL


Comencemos, como siempre, con un poco de historia sobre el tema. Según las diversas culturas, leyes o religiones, el concepto de fidelidad y especialmente la represión del adulterio varían completamente. ¿Qué riesgo suponía ser infiel durante el antiguo Egipto? ¿Y en la antigua Roma? Hoy en día, ¿somos iguales en la infidelidad independientemente de la cultura, religión o sexo al que pertenecemos?
  
La aceptación de la fidelidad ha variado mucho a lo largo de las épocas. Aunque en la actualidad las sociedades occidentales parecen aceptarla, no ocurre lo mismo si cambiamos de cultura, sociedad o sexo.









Tradiciones antiguas

En el antiguo Egipto, las mujeres infieles eran condenadas a morir ahogadas, pero podían ser indultadas por su marido; éste también tenia el derecho de matar al amante. Según las leyes asirías, el marido podía escoger: matar inmediatamente a los culpables, pedir a un juez que los mutilara, o perdonarlos. Los hebreos castigaban a la mujer adúltera, sola o con su amante, mediante la lapidación. En caso de los griegos, en ciertas ciudades, el marido podía matar a los culpables o pedir una compensación económica.
En Atenas, el marido no tenía la obligación de ser fiel; sólo la mujer estaba reprimida. No se enfrentaba a la muerte, pero corría el riesgo de que su marido la repudiara y que la sociedad la marginara. En Roma, el castigo dependía del marido; la mujer podía ser condenada a muerte.

La fidelidad en la moral judío-cristiana

Entre los Diez Mandamientos rezados por Moisés, el sexto estipula: “No cometerás adulterio”. Con el cristianismo, el discurso se precisó un poco; Jesús dijo: “Aquél que codicie a una mujer sólo con la mirada, ya ha cometido adulterio con su corazón”. Fíjate que, según esta moral, el adulterio del marido es del mismo modo reprensible que en el caso de la mujer. Aunque, en realidad, las cosas no siempre eran así.

Infidelidad frente al integrismo religioso

En la película “Yol”, el cineasta turco Yilmaz Güney relata el repudio de una esposa infiel que es abandonada en la montaña, bajo la nieve. En Irán, bajo el dominio de Khomeyni, los culpables de adulterio estaban sentenciados a muerte por lapidación. En Afganistán, después de que los talibanes tomaran el poder, cualquier descubrimiento público de una parte del cuerpo de una mujer es sinónimo de infidelidad y sentencia de muerte…

La poligamia

En Singapur, en 1985, el Primer Ministro fomentó la poligamia con el objetivo de aumentar el número de nacimientos. En algunos países de África, la poligamia es, a la misma vez, un signo exterior de riqueza y un símbolo de poder sexual. En materia matrimonial, el Islam permite que el hombre tenga hasta cuatro esposas y un número ilimitado de concubinas. Pero, al igual que en las sociedades judío-cristinas, las sociedades musulmanas son muy rigurosas respecto a la infidelidad conyugal de la mujer.

Hoy, siglo XXI, nos encontramos en una época que cultiva el “yo”, y en la que el individuo se ve arrinconado entre el amor propio y el que siente por su pareja. En nuestras sociedad actual, se valora, tanto por parte masculina, como femenina, la libertad individual, entendiendo esta, como la capacidad del individuo de tener sus propios pensamientos, actitudes e incluso actividades. Si esto incluye al sexo. Nos encontramos con una lucha entre nuestra razón y nuestros instintos. La educación, la cultura, los valores juegan un papel importante en las decisiones que afectan a la hora de afrontar esta lucha interna. Fidelidad versus Infidelidad.

Teniendo en cuenta, que la noción de infidelidad nos devuelve a los vínculos sagrados del matrimonio, del amor único, de los cuales no es fácil desprenderse. Más allá de la evolución de las costumbres, de la cultura o de la educación, la infidelidad, cuando ocurre, es siempre difícil de gestionar. Ni siquiera como excusa para el dialogo, necesario para averiguar las causas y consecuencias. En España, en nuestra sociedad actual, con una vision muy influenciada por la moral católica, de la infidelidad, esta se convierte en un pecado de dificil perdón e imposible de utilizar como herramienta de dialogo en la pareja.

¿Un mensaje inconsciente?

Además de la falta de comunicación en la pareja o la necesidad de reafirmación narcisista existen otras razones que llevan a la infidelidad y que no siempre enunciamos conscientemente. “El engaño suele ocurrir al cabo de los cuatro años”, explica el psicoterapeuta Gonzague Masquelier. “Por supuesto que la rutina sexual entra en juego”, pero, más allá de eso, cuando una persona encuentra otro objeto de deseo lo que subyace es un mensaje inconsciente, por ejemplo, falta de amor, de creatividad o incluso de compromiso, explica el experto.

La mayoría de las mujeres que confiesan haber cometido una infidelidad lo hacen porque tienen el deseo de sentirse revalorizada mediante una mirada nueva. Necesitan encontrarse amadas, conquistadas, de nuevo. En cuanto a los hombres, “ellos están simbólicamente atrapados entre la imagen de la virgen y la de la prostituta”, agrega el médico y sexólogo Gérard Leleu. “La infidelidad le permite separar el amor del erotismo”, puntualiza.

Pasar a la acción…

Más allá de los códigos que rigen los comportamientos y los discursos, lo que entra en juego en la infidelidad es la cuestión del “yo” y, por supuesto, las consecuencias que tiene en la pareja. ¿Por qué engañas? ¿Para hacerle daño al otro o para reafirmarte? “La mayoría de las veces, los conflictos datan de la infancia”, afirma Leleu. El niño poco querido o dolido que hay en nosotros, aún insatisfecho, nos empuja a ir de brazo en brazo. Si tomamos consciencia de esa “programación infantil”, nuestra necesidad de sentirnos consolados o de seducir constantemente puede verse aplacada y entonces dejaremos de sentir la necesidad de multiplicar las relaciones amorosas. Además, “al buscar fuera lo que no encontramos en la pareja, privamos a ésta de los cuidados que pueden fortalecerla”, apunta Masquelier.

¿Confesar o no?

La cuestión es delicada y no hay reglas, sino que depende de la convicción de cada uno. Puedes confesar la infidelidad si es un verdadero síntoma de malestar en la pareja. Un “esto no funciona, de hecho, te he sido infiel” puede ser una manera de iniciar la conversación. A veces, estos deslices refuerzan el vínculo conyugal.
Para Leleu, “el drama de la infidelidad sería acusar al otro del sufrimiento propio”. Mostrarse maduro es hacerse cargo de la responsabilidad que tienen las dos partes.

En cambio, si el engaño ha sido el resultado de querer de vivir una aventura y si, a pesar de todo, el amor sigue siendo fuerte en la pareja, entonces se puede optar por no decir nada, ya que el “desliz” es un momento de individualidad. Si el amor no se ha visto cuestionado, entonces no hay engaño ni engañado. Se trata de actuar conforme a lo que se cree será lo mejor para la pareja.

¿Cuando empieza la infidelidad? La infidelidad empieza cuando un miembro de la pareja se da cuenta de que existen personas a su alrededor que le llaman la atención, lo suficiente, como para plantearse un posible cambio de pareja. En el momento en que nos damos cuenta de que nuestra pareja no es perfecta, no es la pareja ideal que nos habíamos pensado. Empezamos a soñar con otras personas que si que parecen serlo. Es un error, porque no encontraremos a alguien mejor, sino diferente. Habíamos idealizado a esa persona con la que hemos decidido compartir nuestra vida, hasta tal punto que la habíamos convertido en un ser a nuestro imagen y semejanza, sin serlo. Y cuando hemos descubierto aquello que no nos gusta, ya nos defrauda de tal manera, que nos lleva a perder el interés por disfrutar con ella.

Si optamos por dar el paso y tener una aventura con otra persona, es porque nuestro vinculo moral con nuestra pareja esta en mayor o menor grado consolidado. Cuanto menos lo esté, mas facilidad tendremos para dar el paso y vivir la aventura que nos convierta en infieles. Pero ese vínculo moral que se creó en su momento, con nuestra pareja, se alimenta con la comunicación, la pasión y la retroalimentación. Si no es así, acaba por debilitarse y morir. ¿Es la persona que da el paso hacia la aventura, hacia la infidelidad, cien por cien culpable de su acto?. Existe justificación para todo acto. Incluso el de la infidelidad. Asi como causa y consecuencia. Tendremos que pensar que existen razones y/o sentimientos que nos llevan a cometer nuestras acciones cada día. ¿Cuales son las que nos llevan a cometer una infidelidad? Pues para cada persona será distinta. Pero tiene mucho que ver con lo que hablábamos antes; Razón, Amor, Deseo, Correspondencia, Ilusión, Comunicación, Vinculo,..... y un largo etcetera

 La infidelidad es un acto de agresión psicológico y emocional dirigido aquella persona a quien decimos amar y le juramos fidelidad y lealtad. A veces es planeado calculadamente para herir, claro pocas personas lo admiten, a la pareja. En otras ocasiones es un acto impulsivo y se lleva a cabo repentinamente antes de asimilar las consecuencia de dicha conducta. El primer ejemplo que expuse es como le llamamos hoy en día a una relación extra marital y el segundo ejemplo es lo que se considera una simple aventura. Lo cual realmente no importa puesto en los dos casos son actos de infidelidad y traición. En las dos situaciones se entrega el cuerpo y a veces el alma dependiendo de si el cónyuge cree estar enamorado o solamente lo hace para satisfacer una atracción sexual. El fin es el mismo, puesto que es una traición o un acto de agresión en contra de nuestro matrimonio y/o de nuestra pareja.

Después de ser descubierta la infidelidad existe una etapa de crisis en la relación. La persona traicionada o a la persona agraviada, al principio se rehusa a creer que es engañando y generalmente se dice a si mismo ¿no puede ser? y al no tener otra opción que tener que enfrentarlo, la persona se siente destrozada, traicionada, humillada, lastimada, deprimida, angustiada, burlada, y suele también sentir ira y un gran deseo de venganza, entres varios otros sentimientos encontrados. Cabe indicar que es bastante común que la persona agraviada se pregunte: ¿por qué me tuvo que pasar esto a mi ? ¿qué hice para merecer este engaño? Todos estos sentimientos son adecuados puesto que la persona traicionada experimenta una gran perdida al padecer un acto de infidelidad. El dolor y los demás sentimientos que surgen debido a la infidelidad son muy parecido a la crisis que nos enfrentamos debido a la muerte de un ser querido. Así mismo, ya que se vive una gran perdida, es lógico que también exista una etapa de duelo.

La etapa de duelo conlleva despedirse de lo que uno creía que era la relación, una relación pura, intachable y ajena a la traición, o en otras palabras, aceptar que ya no es una pareja perfecta como solía pensar la persona agraviada o como los demás los perciben. Se debe enfrentar y expresar lo sentimientos de ira como consecuencia de esta gran perdida. Como también es preciso que la persona agraviada enfrente sus sentimientos de culpabilidad y que le de total responsabilidad por la traición al agresor. Esto puede ser más fácil cuando la persona que comete el acto de infidelidad pide perdón y asume completa responsabilidad por la infidelidad y por el daño hecho a la relación.

Cuando el infiel pide perdón con el corazón, es preciso perdonarle; sin embargo, esto no quiere decir que su conducta es justificada, u olvidado, es sencillamente un acto de perdonar a alguien que nos ha hecho daño y esta arrepentido. Cabe indicar que esto no significa que el perdón se otorgara de inmediato ya que cada individuo necesita perdonar a su tiempo y cuando haya asimilado la seriedad de la traición y las consecuencias de dicha conducta. El perdonar tampoco significa que la persona agredida deba o quiera continuar con la relación; el poder superar la infidelidad y volver a confiar en la pareja es otro tema que abordare después.

Por otro lado, no cabe duda que existirán situaciones donde el cónyuge infiel nunca asumirá responsabilidad de su infidelidad o pedirá perdón sin de verdad sentirlo, o lo que es peor, culpara a la persona agredida por su comportamiento. Cuando existe esta dinámica, esta relación no tiene un buen futuro. Si la persona agredida decide quedarse en esta relación, es fácil deducir que el agresor seguirá con sus infidelidades hasta que la muerte los separe. Sin embargo, si la persona agredida decide abandonar la relación a consecuencia de una infidelidad, es cuando es aún más importante perdonar. Caber recalcar desde luego que pocas personas pueden o quieren hacerlo.






El no querer perdonar a quienes nos ofenden es cargar con un equipaje demasiado pesado y emocionalmente, psicológicamente y espiritualmente dañino. Queremos a todo costo aferrarnos a no perdonar porque sentimos que tenemos el control y el poder cuando en realidad otorgamos el control y el poder al agresor. Por ejemplo, los sentimientos de ira siguen latentes dentro de nosotros y dichos sentimientos nos siguen atando al agresor y nos seguirán atando hasta la muerte, si lo permitimos. Nos empecinamos a no perdonar porque eso significaría que somos débiles, que le quitaríamos valor al daño el cual fuimos víctimas y así mismo seguimos siendo sus víctimas. Le negamos el perdón para hacerlo según nosotros "sufrir"; cuando ellos muchas veces ya se han olvidado de nosotros y han comenzado una nueva vida. En nuestro corazón creemos hacerlos sufrir pero si somos honestos, los que sufrimos somos nosotros porque cargamos con esta carga demasiado pesada.

El perdonar al infiel no necesariamente se convierte en un acto para beneficiar al agresor, es un acto de bondad hacia tu persona y eres tu quien saldrá beneficiado. Esto no significa que debas tener el mínimo contacto con la persona que te hizo daño; la puedes perdonar con el pensamiento, prometiéndote no guardar rencor, y evitar llevar consigo cualquier sentimiento de ira y venganza, y así mismo no permitirle al agresor seguir atado a ti de ninguna forma. Claro que es fácil decir y difícil de hacer, pero si estas dispuesto a liberarte de los sentimientos negativos que te hacen tanto daño y quieres superar este acto de agresión, es preciso que perdones para poder sanar. Y solo, si eres capaz de perdonar a la otra persona totalmente, serás capaz de encontrar la paz interior necesaria para superar el duelo y rehacer tu vida. Renovarse implica liberarse de los odios y rencores, en todos los aspectos de la vida, pero sobretodo en el de las relaciones sentimentales.

Animo y adelante, cuentas con mi apoyo, como siempre. Aunque he de decirte que para mi, alguien que siempre ha creido en la fidelidad, la ha practicado, la ha justificado y la ha defendido. Como para muchas personas, que no la han sufrido, no sabremos nunca cómo nos afectaría. No es muy facil hablar de la teoría, pero tendríamos que vernos en la práctica. Por ello, prefiero no llegar a cometer la infidelidad, porque no me gustaría que la cometieran conmigo.

Asi que, desde nuestro estatus de single. Como no tenemos un vínculo moral con ninguna pareja, no es posible caer en la infidelidad. Y ademas, porque si lo tuvieras, le estarías siendo infiel al resto. Asi que para mantenerme fiel a todas tus posibles parejas debes de tener el vínculo moral con todas, o con ninguna.



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