27 de agosto de 2011

¿AMOR O DESEO?


Anoche estuve viendo "Romance X", de la directora Catherine Breillat, una película que me recomendó una amiga, con la que estuve tomando unas cervezas días atrás. Como llegué a casa tarde, pero temprano para ir a calentar mi lecho vacio, pensé que podía buscar el sueño con una película cuyo título era sugerente para una noche de viernes. Especialmente, para estas tranquilas noches de agosto en Madrid.





El argumento me ha hecho mucho reflexionar. Dejando a un lado las escenas eróticas, que las tiene, y que son las que mas carisma le dan a esta cinta, vemos a  una mujer, maestra de escuela, y un hombre, modelo, que descubren el amor y se van a vivir bajo el mismo techo. Al poco tiempo de relación, algo muy curioso para nosotros, hombres, nos encontramos con que él no tiene ganas de seguir teniendo sexo, y eso resulta muy difícil de aceptar para ella, que es una mujer muy pasional y que desea sentirse no solo amada, sino satisfecha sexualmente.

Él le dice que la ama profundamente, y que siempre ha sido así en sus relaciones previas: A este hombre, el deseo le desaparece al poco tiempo. Como si su deseo fuera fruto de una necesidad de posesión, que se ve cubierta lo suficiente, como para no desear seguir buscándola.  Ella, creo que comienza a sentirse como muchas mujeres, engañada, pero no como estamos habitualmente acostumbrados a ver. Donde muchas mujeres piensan que los hombres las prometen amor para llevarlas a la cama, sino todo lo contrario. Un hombre que las ama con todo su corazón, pero que no quiere tener relaciones sexuales.

Ante la ausencia de encuentros eróticos en el marco de su relación estable,  ella, prefiere mantener esta relación pero sale a buscar en otros hombres, lo que no puede encontrar en su pareja. Es entonces cuando comienza sus encuentros con varios hombres, entre ellos, uno con quien tiene continuidad y que practica en sus relaciones sexuales los juegos sadomasoquistas  provocándola la entrada en una espiral, de la que lógicamente, le costará salir.

 En esos momentos es cuando la cabeza se me iba a pensar en como ella había llegado hasta esta situación. Y censuraba a ese hombre que, sencillamente, no había tenido la valentía de decirle a su compañera que había dejado de amarla. Que le había ocurrido lo que le ocurre a muchas personas cuando se enamoran. Que se ha fijado en nosotros, porque hay algo que realmente le atrae, que ha querido conocernos más, que está buscando cariño, afecto, comprensión, compañía, y que el deseo ha movido a ambos a sellar este encuentro con las relaciones sexuales. Es cierto que, hay hombres, que fingen amar para atraer hacia ellos a una mujer, y la mujer por sentirse amada, acepta cubrir las necesidades sexuales de un hombre. Pero lo que es claro, que, en reiteradas ocasiones, por más que lo intentamos es muy difícil o nos cuesta mucho trabajo aceptar la realidad y más cuando amamos a una persona que solo nos esta utilizando.

 Muchas veces criticamos y decimos que eso nunca nos va a pasar a nosotros cuando no estamos en una situación así, pero cuando la enfrentamos nos damos cuenta de que nos esta pasando ya es demasiado tarde y solo nos queda aceptar la realidad y luchar contra nosotros mismos para entender que esa persona no vale la pena y solo nos estamos lastimando con algo que no existe. Pero lo cierto es que el deseo se desvanece, e igual que le pasa a un hombre le pasa a una mujer, la atracción se desvanece; dejamos de admirar a esa persona, nos damos cuenta que aquello que nos atrajo de ella, y no nos atrae, o que nos sigue atrayendo, pero que hemos descubiertos otras cosas que nos repelen tanto, que rompen la magia de la atracción anterior y nos llevan a desear, si, pero a desear no estar con esa persona.

Durante los diez años de mi matrimonio, tuve la oportunidad de descubrirlo. Durante todo este tiempo compartí momentos muy dulces, momentos felices, momentos de monotonía, momentos amargos, que nos llevaron a crecer como personas, pero que, también, nos llevaron a descubrir en el otro una cantidad de facetas enormes, que no conocíamos el uno del otro.  Y, al mismo tiempo, a descubrir, en nosotros mismos facetas que teníamos y que hasta entonces no habían sido utilizadas. El amor surge cuando todos esos momentos felices prometen estabilidad y proyecto común de vida. Sobre todo cuando crees en que durara eternamente. Pero, Se comienza a amar, y se deja de amar. Ahora, lo tengo claro. Aunque en la vida sea más bien difícil trazar un límite preciso entre el amor y el desamor, prolongando ambos extremos es posible encontrar un momento en que ese sentimiento existía con deslumbrante claridad y otro en el que ha desaparecido por completo. ¿Y el deseo? ¿Se va con el amor? ¿Puede quedarse aunque el amor desaparezca? ¿Puede irse aunque el amor esté vivo?

Nuestra formación (mal-formación) sentimental, fundamentalmente aprendida en las series televisivas, nos ha enseñado a unir inequívocamente ambas cosas: amor y deseo. Existen maestros en el arte de amar, que postulan que el deseo sólo aparece cuando se ama. Otros, han puesto en cuestión esa infundada verdad y sostienen que puede existir deseo sin que exista amor, subvierten la monogamia y abren su sexualidad sin abrir sus emociones (es el caso de las parejas swingers, por ejemplo). Y algunas otros especialistas, han pensado que tampoco el amor es exclusivo, y que se puede desear y también amar a más de una persona a la vez (como sostienen los grupos que proponen la poligamia). Si se puede desear sin amar, entonces ¿se puede amar sin desear?.




Pues si, y aunque esta situación esté más cerca de la amistad. Pensando que la diferencia entre un amigo y un amor es que con el segundo tienes sexo y con el primero no. Reconociendo que a un amigo le puedes decir; “te quiero mucho”, porque sientes que su amistad te genera ese sentimiento. Lógicamente, dista mucho del amor que le profesas a una pareja. Pero aunque he tenido sexo con muchas amigas sin que lleguemos a nombrar el sentimiento que nos une como "amor" y sin que desaparezca nuestra amistad. La sexualidad no marca la diferencia. Es la propia subjetividad quien lo hace, no los besos, los abrazos o los orgasmos que nos prodiguemos. Yo sé a quién o a quiénes amo, independientemente del sexo que podamos o no tener, como sé también qué puedo irme a la cama sin ese amor. Y también, que, después de ello, puede venir el amor.  Ese gran amor, que te lleva a querer compartir con esa persona todos los momentos de tu vida.

 Lo que tengo claro es que, como le pasó al protagonista de Romance X, el amor se le fue y se llevó el deseo, por tanto; amor y deseo si van de la mano son la pareja perfecta. Si no van, el amor buscará el deseo, y el deseo buscará al amor.

1 comentario:

  1. Me ha gustado mucho, en especial tu último párrafo... da que pensar...

    ResponderEliminar