19 de diciembre de 2011

HA LLEGADO EL MOMENTO DE PERDER EL MIEDO



"Quiero llegar a querer con todo el alma...
 Quiero poder dar de mi lo que no ves...
 Quiero perder todo el miedo que acompaña...
 Que bloquea y que me engaña y que no me deja ser..."

Letra de la canción de Dani Martín “La Verdad”, (de su disco “Pequeño”).




Estaba aquí, en mi isla, tumbado en la hamaca, al abrigo del porche de mi cabaña. Mirando hacia la playa. Viendo el horizonte que divide el cielo y el mar. Observando las nubes viajar. Disfrutando de la tranquilidad emocional que tanto ansiaba. Contento de ser ese naufrago, recuperado de la tormenta y preparado para el rescate. Cuando, de repente, en la orilla de la playa, veo a una mujer que está luchando por salir del agua, moviéndose hacia la arena. Es una mujer, que, exhausta, se arrastra buscando la estabilidad y la seguridad de la tierra firme.

Corro hacia la playa a socorrerla, mientras voy pensando que, justo ahora, cuando me estaba empezando a sentir a gusto conmigo mismo, esperando que llegara un rescate, me encuentro en el papel de rescatador. Por un lado me siento feliz con la idea de una compañera en mi isla. Pero, por otro lado, estoy aterrado. No tengo claro que es lo que me va a provocar esta nueva situación. ¿Dos en la misma isla? No lo veo claro.  ¿Una nueva relación? De repente me invade una sensación de miedo. ¿Miedo al fracaso? ¿Al compromiso? ¿A la responsabilidad? Pero, ¿a qué se debe este miedo? ¿No es esto lo que soñaba?. ¿Por qué ahora lo rechazo?.

La respuesta está en las creencias en las que basamos nuestra identidad más profunda. Todos soñamos con  vivir nuestros sueños. Aquellos que nuestras potencialidades; (las armas más positivas que la evolución nos ha dado) nos ayudarían a alcanzar. Pero tenemos miedo al fracaso, a ese fracaso que nos enseña, paradójicamente, el camino al éxito. El éxito que llegado el momento de alcanzarlo, donde se nos requiere la mayor perfección y el coraje necesarios, no llega porque el miedo ha bloqueado todas nuestras fuerzas. Para muchas personas este es el problema; ser feliz se convierte en algo inalcanzable porque les asusta conseguirlo..

Hay muchas personas que tienen un concepto de sí mismas muy negativo; creen que no merecen nada o que no pueden hacer cosas valiosas e, incluso, que no tendrían que existir. Estos conceptos negativos de uno mismo son más comunes de lo que pensamos. Cuando un niño no encuentra en sus padres una respuesta afectiva, es muy fácil que desarrolle la idea de que no tiene derecho a ser amado, que no lo merece o que no tiene capacidad para conseguir nada.

Alguien con estas ideas negativas no intentará ser feliz. Es como si partiera, desde el inicio de la carrera de su vida, de la posición del perdedor. Son estas creencias las que logran que el miedo, desde nuestra infancia llegue hasta la edad adulta y nos paralice para que no nos arriesguemos nunca a hacer cosas nuevas, a conseguir nuestros deseos. Sino que nos dejemos llevar por la inercia de la vida que otros se encargan de vivir por y para nosotros. Pero si no nos arriesgamos, no aprendemos, no generamos experiencias gratificantes, nos quedamos bloqueados y estancados, con la consiguiente frustración.

Para salir de este círculo vicioso es necesario pasar a la acción, hacer las cosas que uno desea despacio y a pesar del miedo, atreverse a realizar nuevos aprendizajes. Creernos que tenemos tanto la capacidad de experimentar el sufrimiento como el placer, y que las dos cosas pueden ser igual de buenas, nos puede ayudar a no tener miedo a ser felices.




TODO SER HUMANO TIENE DERECHO A DISFRUTAR DE LA VIDA. Esta creencia, es la base para poder llevar a cabo nuestros sueños. Desde pequeños, desde la infancia, debemos de creer en ello. La disciplina, el esfuerzo, el trabajo son valores necesarios para caminar por la vida, pero, todo esfuerzo debe tener su recompensa, y por ello, tenemos que darnos pequeños placeres de vez en cuando. Así, aumentará nuestro interés por seguir disfrutando de la vida. Porque, el camino del ser humano está lleno de sufrimiento. Desde que nacimos hemos vivido muchas de nuestras experiencias sufriendo, a veces, sufriendo mucho, demasiado.

El que no ha tenido la posibilidad de tener estudios sufre por ello y anhela que sus hijos puedan hacerlo para evitarles la inmensa cantidad de inconvenientes que ellos han tenido en su vida a causa de esa condición. Yo lo he podido comprobar con mis padres. E imagino que la mayoría de vosotros también. Pero cuando estudiamos sufrimos porque nuestros padres están haciendo un gran esfuerzo y deseamos terminar pronto los estudios para poder ser titulados y cumplir con sus expectativas. Cuando ya nos hemos licenciado sufrimos porque no encontramos trabajo o porque tenemos que trabajar en algo que no se relaciona con lo que estudiamos. 

Cuando ya estamos trabajando podemos sufrir porque los salarios no son suficientes o por el trato que recibimos de colegas o jefes. Pero, los que más sufren, especialmente ahora, son los que no tienen trabajo porque no lo tienen y envidiando a los que trabajan sin saber que muchos sufren porque quisieran tener un premio de la ONCE o la Lotería, y no volver nunca más a sus lugares de trabajo. Algunos sufren porque ya no quieren su trabajo dependiente y quisieran encontrar una actividad independiente y mejor remunerada. Y los que son autónomos, a veces sufren por tener un contrato en una empresa.

Los que están solos sufren porque no encuentran pareja. Los que tienen pareja sufren porque no es lo que querían. Los que estando casados y quieren separase sufren porque no se atreven. Los que perdieron su pareja sufren por quedarse solos. Los que no tienen hijos sufren por no poder tenerlos. Los que tienen hijos sufren porque no pueden darle todo lo que quisieran o porque tienen problemas con sus conductas. Los que les dan todo a los hijos sufren porque ellos no la han agradecido. Los que son abandonados por sus hijos sufren por su desprecio. Los que no han tenido a su padre sufren por haber crecido solos y desamparados. Los que han tenido padres abusivos sufren por el daño causado.

Los que son pobres sufren por no tener más. Algunos ricos sufren por no tener amor. Algunos que tienen amor sufren porque no tienen dinero. Algunos que tienen mucho dinero lo darían todo a cambio de la felicidad. Algunos pobres creerían ser felices si fueran ricos. Algunos pobres son felices en su pobreza porque los ricos son malos. Algunos pobres sufren su pobreza creyendo que no pueden optar y cambiar su condición.

Los enfermos sufren por sus dolencias. Algunos que están completamente sanos sufren de vicios para olvidar sus pasados dolorosos. Los que son impedidos sufren por serlo. Algunos estando completamente sanos sufren porque creen estar impedidos. Algunos estando completamente libres creen ser esclavos de ciertas circunstancias. Algunos estando completamente sanos sufren porque creen estar enfermos.


¡Qué locura¡ ¿No? Sufrimiento ¿Por qué tanto sufrimiento? ¿Debemos acostumbrarnos a él? Si estamos disponibles para sufrir y seguir sufriendo, tenemos todos estos ejemplos y mucho más. Pero ¿qué razón tenemos para ello? Ninguna. Hemos estado tan acostumbrados a sufrir, que hemos confundido el sufrimiento con una virtud. Nos parece que mientras más sufrimos más apoyo recibiremos y nos sentimos más unidos en el dolor que en ninguna otra circunstancia. Hemos aceptado sufrir por miles de razones que no merecemos, y hemos sabido sacar provecho de ello; el victimismo en muchas ocasiones es productivo.

A lo largo de nuestra vida hemos vivido todo esto y aun mucho más, y hemos sobrevivido a miles de situaciones que ahora nos parecen inimaginables. Cada cual ha tenido lo suyo y cada cual ha salido adelante como ha podido. Hemos vivido en el escenario de la tragedia y hemos participado en muchas y variadas películas, incluso algunas de terror. El caso es que ninguna de esas películas es la verdad. La verdad se encuentra en el miedo. El miedo ha sido el culpable del dolor. El miedo a la soledad, al abandono, a la falta de cariño, a la falta de recursos, a la falta de vida; a la muerte emocional, espiritual o física.

En estos hermosos tiempos podemos elevar la mirada, elevar nuestra conciencia y comprender que todo dolor puede terminar al comprender que nuestras historias de sufrimiento no se corresponden a lo que somos. Nuestra naturaleza humana, resultado de la evolución ha creado mecanismos de defensa para afrontar todos los miedos. Y aunque el miedo es en sí un mecanismo de defensa, es el más limitador de todos ellos. Es el que no nos permite crecer ni evolucionar.

Si tomas tu película y utilizas un filtro que no deje pasar el miedo, el sufrimiento y el drama, puedes ver lo que te queda. Te quedas con una situación neutra, con todas las posibilidades de crecer y evolucionar en la mano, con las alternativas de elegir un nuevo desenlace para cada reto de la vida, solo por la dicha de experimentar. El que no estudió antes puede hacerlo ahora. Los hijos tienen más acceso a los estudios formales porque lo hemos ido consiguiendo entre todos y podemos avanzar mucho mas elevando la calidad de la educación. Puedes crearte el trabajo que necesitas, si amas lo que haces serás inmensamente dichoso y muy bien recompensado, nunca te faltará. Si comprendes que nadie te puede hacer sufrir porque eres invulnerable, jamás tendrás problemas con nadie y serás grandemente estimado por los demás y te buscarán para que trabajes con ellos. El amor de pareja puede triunfar si existe la voluntad y si no fuera posible, tendrás la dicha de volver a intentarlo nuevamente con más decisión aun. Si no tiene hijos los puedes tener si lo deseas. Si tienes hijos y los amas y honras, jamás tendrás problemas con ellos y crecerán en armonía. Si has tenido vivencias doloras de infancia las puedes olvidar y crearte una nueva vida ahora. Los enfermos no son indefensos, ellos pueden sanarse a si mismos, solo hace falta amarse mucho.

El universo nos da tantas posibilidades para crear, para manifestar y encontrar los recursos que necesitamos, que sufrir por no encontrarlos está de más. Mejor es invocarlos para verlos. Lo mejor es aceptar cada reto que la vida nos plantea y experimentar. Experimentar como en el caso de la ciencia. Ensayo- error pues alternativa, hasta llegar al Ensayo acierto. Ya es hora de entender que no es necesario seguir creando mas desgracias. Desgracias que nos creamos porque tenemos tantos miedos. Podemos generar un punto final, podemos todos unidos en una mente colectiva tener una nueva conciencia que limpie todo nuestro pasado y hacer una nueva vida. Pero debemos empezar por nosotros mismos. Es una larga y ardua tarea, luchar día a día contra nuestros miedos. Es el miedo “equilibrante” que nos ha ayudado a sobrevivir, porque está asociado a la prudencia. Pero si este miedo que nos equilibra se alarga en el tiempo y sin justificación aparente, se convierte en algo tóxico y enfermizo.

El miedo que siento ante la presencia de una mujer en mi vida de soltero, es un miedo que nos enseña que en la medida en que queramos o amemos algo, así temeremos perderlo. ¿Os acordaís del famoso cuento de Juan Sin Miedo. Ese chico que no conocía el miedo, que pasa mil aventuras y peripecias pero no consigue saber que es sentir miedo. Que, solamente, al final del cuento. Cuando se casa con la princesa y todo funciona perfectamente es cuando siente temor por primera vez. Porque, hasta ese momento, el protagonista sentía que no tenía nada, por lo que no tenía miedo a perderlo. Sin embargo, cuando nace el amor por esa princesa, nace también con el ese miedo a perderla.




El miedo al rechazo es producto de la sociedad en la que vivimos, especialmente en la latina, donde las relaciones sociales son muy importantes. Donde necesitamos, constantemente, la aprobación del grupo. Solamente nosotros conocemos el concepto de “vergüenza ajena”, fomentado por las sociedades católicas, que en un intento de crear armonía, avergüenzan a los que se encuentran en contra de la norma. Pero, también el miedo a no llegar a final de mes, el miedo al cambio, el miedo a la soledad o el miedo a la pérdida de poder, son los miedos mas extendidos actualmente. Todos ellos pueden paralizarnos, pero solo nosotros tenemos la solución para enfrentarnos a ellos y derrotarlos. ¿Cómo?

Primer paso;  Aceptarlo. No es un síntoma de debilidad como persona el reconocer nuestros miedos. Como decía Nelson Mandela, otro hombre que vivió cautiverio; “No es valiente quien no tiene miedo sino quién sabe conquistarlo”.

Segundo paso; Identificarlo. A veces no es fácil. Respondamos a estas preguntas; ¿Qué mueve nuestra vida?; ¿Estar integrados en un grupo? ¿Ganar mucho dinero? ¿Encontrar pareja? Nuestros miedos vienen porque no cumplimos nuestras motivaciones.

Tercer paso; Mirar al miedo y ponerle cara. Nuestro cerebro es el que genera nuestros miedos. Nosotros somos los que creamos los miedos. Si alguien nos dice; “atente a las consecuencias”. Nosotros pensamos en unas consecuencias que quizás no se correspondan con las posibles. Por ello, ante una amenaza pongamos, fríamente, las posibles consecuencias en un papel y las valoremos. De forma que sopesándolas, nuestra “motivación trascendente” y el buén consejo de los buenos amigos, nos ayudará a decidirnos a seguir adelante, a pesar de los riesgos.

Esa motivación trascendente; la que va más allá de la propia vida. La que está basada en las ilusiones y los sueños nos da la fuerza para aplastar los miedos mas terribles. Y si no, que se lo digan a Victor Frankl, un psiquiatra judío que estuvo en varios campos de exterminio, durante la segunda guerra mundial, y que según él, no se salvaron del infierno los mas fuertes, ni los mas cultos, ni los mejor preparados, sino aquellos que tenían una motivación trascendente. Aquellos que pensaban; “cuando salga de aquí contaré esto al mundo”, “cuando salga de aquí veré a mi familia”, “cuando salga de aquí…..”. Todos conocemos casos de éxito de hombres o mujeres en situaciones extremas. Donde el miedo es tan fuerte que puede paralizar la vida. Y que, aquellos que han sido capaces de conquistarlo, de superarlo hoy son grandes personas de espíritu, alma, corazón y vida. Todos podemos serlo. Tenemos la capacidad de serlo. ¿Por qué no hacerlo? Hagámoslo. Ahora.


3 de diciembre de 2011

DE PRINCIPES AZULES, PRINCESAS Y OTROS CUENTOS



"Hay que aprender a aceptar las pérdidas. Solamente así puedes encontrar las cosas buenas"

Es la sugerencia de la amiga psicóloga y vecina de Martha. La protagonista de la película “Cansada de Besar Sapos”, una película mexicana que muestra el retrato de Martha, una joven y atractiva diseñadora de interiores de 27 años que como cualquier mujer sueña con encontrar a su hombre perfecto, a su príncipe azul. Pero la historia se desarrolla en el momento, en el que, harta de las infidelidades de su novio Roberto decide pagarle con la misma moneda, escuchando los consejos de la gran dama del despecho cantado, Paquita la del Barrio, para procurarse un buen número de galanes (cada uno más tonto que el anterior), culminar en el arrepentimiento moral (Soy una imbécil, haciendo lo que siempre he odiado en los hombres) y concluir que sin amor una mujer es poca cosa, antes de lanzarse a los brazos de un hombre bueno.







Afortunadamente para nosotros, cuando aprendemos de los errores, conseguimos estar mejor preparados para aceptar lo bueno que nos ofrece la vida. Aquello que está a nuestro alrededor, y que nunca debemos dejar escapar. Porque si no lo hacemos, perdemos la oportunidad. La oportunidad, no de encontrar príncipe o princesa, sino de encontrar un querer. No somos conscientes de como, la cobardía o el miedo, no nos deja llegar avanzar en nuestras relaciones sentimentales. Y preferimos, por el miedo al cambio, pensando que aquello que nos suceda, tras dar un primer paso hacia lo desconocido, aunque intuyamos que puede ser mejor, quedarnos como estamos. Aunque sea malo para nosotros. Y nos auto convencemos de que nuestra relación no es la ideal, pero es la que nos ha tocado. No es la que nos ha tocado; es la que nos merecemos, mientras la mantengamos.

Cuando somos niños nos llenan la cabeza con los cuentos de príncipes, princesas y hadas. Seres encantados salvados por un magnífico ser. Con los años descubres que tienes un papel. Tanto si eres hombre como mujer. El papel de proteger, o el papel de dejarte proteger. El papel de querer, o el de dejarse querer. El papel de besar, o el de dejarse besar. Ahora, cuando eres adulto, tan solo quieres entenderte, aceptarte y escucharte, lo suficiente como para reconocer en ti a un ser humano y no a un personaje de cuento. Un ser imperfectamente perfecto, para dar cumplido tu sueño, y el de la persona que te quiere como pareja.

Que duro es crecer y descubrir que ya no eres personaje de cuento, que ya no eres ese niño con superpoderes en tu espada, o esa niña princesa que espera en lo alto de la torre del castillo a ese jinete que cabalga sobre su corcel para salvarte de las garras de una malvada bruja. Es en esta indefensión cuando una comienza a buscar la seguridad del poder, de la posición o el dinero, la compañía, el cariño, en definitiva, el llenar el vació que nos provoca la pérdida de la personalidad infantil con una nueva personalidad de adulto. Un adulto que debe aprender a conseguir el cariño, la ternura, la pasión, la complicidad, la fidelidad, el respeto, no solo de los demás, sino de una pareja.

Aprendemos, de otros adultos, a convertir las riquezas que otorgaba la realeza anterior de nuestros papeles de cuento en la mayor de las fortunas; el amor de la pareja. Aprendemos, que solo tenemos salvación, que solo podemos hacer frente a la indefensión que sentimos, si nos apoyamos en otra persona. Y no tenemos entonces mas objetivo que poseer mayor tesoro; el corazón de otra persona que, dejando atrás, los muros de su castillo, decida cabalgar a nuestro lado para buscar pasión y aventura; los ingredientes mas estimulantes para conseguir el amor. Y es así cuando, con la ayuda de las hormonas, nos vamos dando cuenta que nuestro cuerpo se va transformando. Va abandonado la forma de niño o niña, para ir pasando a la pubertad, la adolescencia y la madurez sexual que nos convierta en seres adultos, físicamente hablando, pero en la mayoría de los casos, No emocionalmente hablando.


Martha, la protagonista de esta película, ha pasado ya las etapas de la niñez, la pubertad, y la adolescencia. Con mas de 30 años, se encuentra en un periodo de madurez sexual y, supuestamente emocional. Pero, en un momento de la película expone, que lo que mas le preocupa en su vida es el amor. Que sin el amor, su vida no tiene sentido. Y que no puede mantener relaciones infructuosas, nada satisfactorias para sus objetivos, por el mero hecho de tener seguridad. Esa seguridad que le proporcionaba la primera figura masculina de la que tuvo referencias, la de su padre. Que perdió prematuramente, y que le provocaba esa desmesurada búsqueda de seguridad. que le llevó a las garras de ese tipo de hombre narcisista, que solo busca su propia satisfacción. Pero, tras abrir los ojos y descubrir que ese no era su futuro. Inicia una nueva búsqueda del príncipe azul en una pagina de contactos que da nombre a la película; "Cansada de Besar Sapos" (Si no puedes con ellos, diviértete con ellos. Es el lema de la pagina web).








Lejos de ser una película merecedora de un Oscar, (no deja de ser la típica película de comedia romántica, ñoña y con final feliz), no me cabe duda, que este tipo de películas son las culpables de los estereotipos que consumimos sobre el amor y las relaciones de parejas. No tuvimos bastante con los cuentos de principes y princesas, que Perrault, Andersen o los Hermanos Grimm, culpables de la invención y extensión del estereotipo de 'Príncipe Azul', tienen la excusa de haber existido en una época en las que las féminas se enfrentaban a hombres. Posteriormente, con el paso de los años, el sr. Walt Disney se dedicó a llevar a la pequeña y a la gran pantalla, lo que todavía hoy, guionistas, productores, directores y toda la industria del séptimo arte, continua ayudando a seguir cultivando estos estereotipos, porque, al fin y al cabo, son los que venden. 


¿Que sería de nosotros si perdiéramos la ilusión? La ilusión por el amor. De hecho, todos los empresarios del sector de las bodas saben, que cuando hay éxitos en taquilla de comedias románticas, sube el número de Bodas. Como muchos otros seres de mi especie  yo también me casé porque en los cuentos de hadas decían que los príncipes y las princesas se casaban y vivían felices para siempre. Y como yo también quería vivir feliz para siempre, me casé. O acaso el casarse, y vivir felices para siempre, ¿es solo un privilegio de príncipes y princesas?. Pues hasta hace poco parecía que si. Pero gracias a los hombres, y no se si a algún Dios, el divorcio también llegó a las casas reales. Y, descubrimos, que el vivir felices y comer perdices, era un privilegio real, pero el divorcio también. Y al final, la democracia convierte los privilegios reales en derecho de uso de las clases menos favorecidas. Por lo que, en el año 2005, la democracia nos  otorgó la Ley del Divorcio. Dandonos un instrumento para poder acabar rapidamente, con las uniónes conyugales fallida o no deseadas.



Pero volviendo al estereotipo del príncipe azul, que se esconde detrás de ese animal que es la rana. No os dais cuenta que desde que somos inocentes niños nos meten en la cabeza que si tenemos paciencia un hombre llegará para remediar todos los desaguisados que hemos formado mientras les esperábamos, todo nos será perdonado y de repente nuestra existencia cobrará sentido.  Pero las chicas y mujeres del siglo XXI batallan por enamorar a hombres con pánico al compromiso, consumidores compulsivos de viajes, revistas, libros, películas y lo que es peor: de relaciones homosexuales, divorciados, padres divorciados, hombres lastimados, bisexuales y un largo etcétera en el que la fauna brilla por su excentricidad.



Las mujeres sueñan con hombres imposibles, con el físico de Brad Pitt, la inteligencia de Bill Gates, los millones de Cristiano Ronaldo, el estilo de Hugh Grant, la ternura de un oso amoroso, que además entienda de moda, le guste ver películas románticas y sea el hermano gemelo de Nacho Vidal en la cama. Si es espiritual a la par que divertido y sociable, entonces perfecto. Estamos hartas de ver al Dr. Macizo en 'Anatomía de Grey' ejemplificando al hombre con el que todas soñamos, a Mr. Big rescatando a Carrie Bradshaw (en SATC) en París, de las garras de un desconsiderado Barishnikov, o a Mr. Darcy encantado con los kilos y torpezas de Bridget Jones.

La realidad no es así, ningún Richard Gere va a convertir a ninguna Julia Roberts de meretriz en dama de la alta sociedad, adorada, idolatrada y bien vestida. Muera la leyenda 'Pretty Woman', 'La Cenicienta' o 'La bella Durmiente'. ¿Quién tiene el problema? ¿Los hombres por no responder a unos estereotipos imposibles, las mujeres por esperarlos, o los guionistas de series y películas por engañarnos?. Una pregunta que me asalta frecuentemente es: ¿Los guionistas están bien cuando escriben o simplemente son hombres que tratan de organizar un complot de hundimiento hacia las mujeres? O quizás estos guionistas son mujeres que continúan soñando sin caerse de la cama.





Sinceramente creo que los príncipes azules no existen, al menos no como los soñamos desde niños. Pero esto no es una mala noticia. Porque queridas, vosotras tampoco sois princesas, quizás si las hadas dispuestas a colmar los deseos masculinos. Y aunque a todas os encanta ser las princesas del cuento, en ocasiones vuestras exigencias, marcadas por las altísimas expectativas alimentadas durante años por los cuentos, películas románticas, novelitas para adolescentes y series americanas, os convierten en la mayoría de las veces en verdaderas brujas. Y perdonadme por la expresión, no quiero ofenderos.

Pero es que, desde mi punto de vista de hombre es muy importante para mi indicaros que habéis basado vuestro concepto de príncipe azul en creencias contradictorias. Un hombre desvalido, tierno y sensible no puede ser, a la vez, un hombre fuerte, protector y súper viril que os haga sentir seguras. Aunque Superman podría serlo, sigue siendo personaje de ficción. En el tema del sexo, también existen contradicciones. Si no os desea, os frustráis, pero si os desea en demasía os sentís acosadas. Si no os mira le despreciáis, pero si mira a otras también. No es que no exista el hombre perfecto, para cada una de vosotras, puede existir un hombre que sea vuestro complemento. Pero, perdonadme es que en la mayoría de los casos no sabéis lo que queréis o esperáis de un hombre.

Los hombres estamos aprendiendo a evolucionar. A desarrollar todos los aspectos que a una mujer le pueden interesar de un hombre. A comprender vuestras expectativas. A cumplir con los requisitos de esos guiones que escriben en las comedias románticas. A ser tierno y sensible cuando se necesita serlo, y fuerte, protector y viril, cuando se nos requiere. Al final, tenemos que cumplir con el papel que nos exige el guión. Acabamos convirtiendonos en los actores de vuestras películas. Pero no se trata de eso, se trata de que entre ambos; hombres y mujeres, asumamos que los roles cambian, la sociedad evoluciona, y ambos sexos debemos adaptarnos a los nuevos tiempos. Porque, estamos condenados eternamente a entendernos. Y siendo conscientes de nuestras necesidades podremos seguir trabajando por la evolución de la especie, disfrutando de nuestra común existencia.

Como no soy doctor, ni psicologo, sino un simple hombre que le gusta expresar sus emociones y pensamientos en este blog. NO me atrevo a dar recetas, ni terapias, pero lo que si puedo hacer es trasladar aquí un texto que encontré y que viene muy al caso de lo que comento hoy: son una serie de consejos para para encontrar lo más parecido a un "Príncipe azul"

Es muy importante ser conscientes de que la época moderna ha enterrado la frase lapidaria de los cuentos de hadas: y fueron felices para siempre, olvídate y basa tu felicidad o la idoneidad del tipo con el que estés en base a lo feliz que te haga en un periodo de tiempo presente, sin agobiarte continuamente con ¿qué pasará en el futuro?, ¿nos casaremos?. ¿Es el hombre perfecto para convertirse en el padre de mis hijos?, O lo que es peor ¿Y si no es el hombre de mi vida?.

¿Alguien sabe qué convierte a un hombre categóricamente en el de tu vida?, ¿Y si luego conoces a alguien mejor?

- Basa tu felicidad en periodos de tiempo y satisfacción breves y, recuerda, que lo que rápido llega, rápìdo se va, así que no te agobies pensando en el futuro.

- Otro gran fallo que cometemos las mujeres es pensar que tu pareja tiene que caerle bien a todo el mundo; a tus padres, amigos (en especial a tu mejor amiga y de existir en tu vida, a tu amigo gay) y divertir a todos en cualquier ocasión. Recuerda que tiene que gustarte a ti, sobre todas las cosas, y que no por no gustarle a todo tu entorno deja de ser el hombre idóneo para ti.

-Tu pareja tampoco se debe convertir en una persona que supla todo lo demás, no cometas el error de pensar que puede hacer las funciones de una amiga, una madre o un psicoanalista, pues sólo conseguirás ahogar la relación.

Sé realista, muchas de nosotras nos empeñamos en idolatrar a la persona que tenemos al lado, no queriendo ver sus fallos o malos comportamientos. Esto claramente es un error. No te niegues a ver su parte negativa. Todo el mundo la tiene.

- Tampoco es bueno que solamente te centres en sus defectos, intenta ver lo mejor de él de una manera equilibrada. Sin dotarle de características sobrehumanas, pero sin convertirte en la típica mujer que vive para martirizarle.

- Un consejo final: es mejor el sapo que poco a poco muta en príncipe, que el hombre deslumbrante que llega subido a lomos de un corcel. Quién sabe, igual, al final, acabas comiendo perdices. En el transcurso recuerda que soñar es gratis.


 El Príncipe de los Singles