19 de diciembre de 2011

HA LLEGADO EL MOMENTO DE PERDER EL MIEDO



"Quiero llegar a querer con todo el alma...
 Quiero poder dar de mi lo que no ves...
 Quiero perder todo el miedo que acompaña...
 Que bloquea y que me engaña y que no me deja ser..."

Letra de la canción de Dani Martín “La Verdad”, (de su disco “Pequeño”).




Estaba aquí, en mi isla, tumbado en la hamaca, al abrigo del porche de mi cabaña. Mirando hacia la playa. Viendo el horizonte que divide el cielo y el mar. Observando las nubes viajar. Disfrutando de la tranquilidad emocional que tanto ansiaba. Contento de ser ese naufrago, recuperado de la tormenta y preparado para el rescate. Cuando, de repente, en la orilla de la playa, veo a una mujer que está luchando por salir del agua, moviéndose hacia la arena. Es una mujer, que, exhausta, se arrastra buscando la estabilidad y la seguridad de la tierra firme.

Corro hacia la playa a socorrerla, mientras voy pensando que, justo ahora, cuando me estaba empezando a sentir a gusto conmigo mismo, esperando que llegara un rescate, me encuentro en el papel de rescatador. Por un lado me siento feliz con la idea de una compañera en mi isla. Pero, por otro lado, estoy aterrado. No tengo claro que es lo que me va a provocar esta nueva situación. ¿Dos en la misma isla? No lo veo claro.  ¿Una nueva relación? De repente me invade una sensación de miedo. ¿Miedo al fracaso? ¿Al compromiso? ¿A la responsabilidad? Pero, ¿a qué se debe este miedo? ¿No es esto lo que soñaba?. ¿Por qué ahora lo rechazo?.

La respuesta está en las creencias en las que basamos nuestra identidad más profunda. Todos soñamos con  vivir nuestros sueños. Aquellos que nuestras potencialidades; (las armas más positivas que la evolución nos ha dado) nos ayudarían a alcanzar. Pero tenemos miedo al fracaso, a ese fracaso que nos enseña, paradójicamente, el camino al éxito. El éxito que llegado el momento de alcanzarlo, donde se nos requiere la mayor perfección y el coraje necesarios, no llega porque el miedo ha bloqueado todas nuestras fuerzas. Para muchas personas este es el problema; ser feliz se convierte en algo inalcanzable porque les asusta conseguirlo..

Hay muchas personas que tienen un concepto de sí mismas muy negativo; creen que no merecen nada o que no pueden hacer cosas valiosas e, incluso, que no tendrían que existir. Estos conceptos negativos de uno mismo son más comunes de lo que pensamos. Cuando un niño no encuentra en sus padres una respuesta afectiva, es muy fácil que desarrolle la idea de que no tiene derecho a ser amado, que no lo merece o que no tiene capacidad para conseguir nada.

Alguien con estas ideas negativas no intentará ser feliz. Es como si partiera, desde el inicio de la carrera de su vida, de la posición del perdedor. Son estas creencias las que logran que el miedo, desde nuestra infancia llegue hasta la edad adulta y nos paralice para que no nos arriesguemos nunca a hacer cosas nuevas, a conseguir nuestros deseos. Sino que nos dejemos llevar por la inercia de la vida que otros se encargan de vivir por y para nosotros. Pero si no nos arriesgamos, no aprendemos, no generamos experiencias gratificantes, nos quedamos bloqueados y estancados, con la consiguiente frustración.

Para salir de este círculo vicioso es necesario pasar a la acción, hacer las cosas que uno desea despacio y a pesar del miedo, atreverse a realizar nuevos aprendizajes. Creernos que tenemos tanto la capacidad de experimentar el sufrimiento como el placer, y que las dos cosas pueden ser igual de buenas, nos puede ayudar a no tener miedo a ser felices.




TODO SER HUMANO TIENE DERECHO A DISFRUTAR DE LA VIDA. Esta creencia, es la base para poder llevar a cabo nuestros sueños. Desde pequeños, desde la infancia, debemos de creer en ello. La disciplina, el esfuerzo, el trabajo son valores necesarios para caminar por la vida, pero, todo esfuerzo debe tener su recompensa, y por ello, tenemos que darnos pequeños placeres de vez en cuando. Así, aumentará nuestro interés por seguir disfrutando de la vida. Porque, el camino del ser humano está lleno de sufrimiento. Desde que nacimos hemos vivido muchas de nuestras experiencias sufriendo, a veces, sufriendo mucho, demasiado.

El que no ha tenido la posibilidad de tener estudios sufre por ello y anhela que sus hijos puedan hacerlo para evitarles la inmensa cantidad de inconvenientes que ellos han tenido en su vida a causa de esa condición. Yo lo he podido comprobar con mis padres. E imagino que la mayoría de vosotros también. Pero cuando estudiamos sufrimos porque nuestros padres están haciendo un gran esfuerzo y deseamos terminar pronto los estudios para poder ser titulados y cumplir con sus expectativas. Cuando ya nos hemos licenciado sufrimos porque no encontramos trabajo o porque tenemos que trabajar en algo que no se relaciona con lo que estudiamos. 

Cuando ya estamos trabajando podemos sufrir porque los salarios no son suficientes o por el trato que recibimos de colegas o jefes. Pero, los que más sufren, especialmente ahora, son los que no tienen trabajo porque no lo tienen y envidiando a los que trabajan sin saber que muchos sufren porque quisieran tener un premio de la ONCE o la Lotería, y no volver nunca más a sus lugares de trabajo. Algunos sufren porque ya no quieren su trabajo dependiente y quisieran encontrar una actividad independiente y mejor remunerada. Y los que son autónomos, a veces sufren por tener un contrato en una empresa.

Los que están solos sufren porque no encuentran pareja. Los que tienen pareja sufren porque no es lo que querían. Los que estando casados y quieren separase sufren porque no se atreven. Los que perdieron su pareja sufren por quedarse solos. Los que no tienen hijos sufren por no poder tenerlos. Los que tienen hijos sufren porque no pueden darle todo lo que quisieran o porque tienen problemas con sus conductas. Los que les dan todo a los hijos sufren porque ellos no la han agradecido. Los que son abandonados por sus hijos sufren por su desprecio. Los que no han tenido a su padre sufren por haber crecido solos y desamparados. Los que han tenido padres abusivos sufren por el daño causado.

Los que son pobres sufren por no tener más. Algunos ricos sufren por no tener amor. Algunos que tienen amor sufren porque no tienen dinero. Algunos que tienen mucho dinero lo darían todo a cambio de la felicidad. Algunos pobres creerían ser felices si fueran ricos. Algunos pobres son felices en su pobreza porque los ricos son malos. Algunos pobres sufren su pobreza creyendo que no pueden optar y cambiar su condición.

Los enfermos sufren por sus dolencias. Algunos que están completamente sanos sufren de vicios para olvidar sus pasados dolorosos. Los que son impedidos sufren por serlo. Algunos estando completamente sanos sufren porque creen estar impedidos. Algunos estando completamente libres creen ser esclavos de ciertas circunstancias. Algunos estando completamente sanos sufren porque creen estar enfermos.


¡Qué locura¡ ¿No? Sufrimiento ¿Por qué tanto sufrimiento? ¿Debemos acostumbrarnos a él? Si estamos disponibles para sufrir y seguir sufriendo, tenemos todos estos ejemplos y mucho más. Pero ¿qué razón tenemos para ello? Ninguna. Hemos estado tan acostumbrados a sufrir, que hemos confundido el sufrimiento con una virtud. Nos parece que mientras más sufrimos más apoyo recibiremos y nos sentimos más unidos en el dolor que en ninguna otra circunstancia. Hemos aceptado sufrir por miles de razones que no merecemos, y hemos sabido sacar provecho de ello; el victimismo en muchas ocasiones es productivo.

A lo largo de nuestra vida hemos vivido todo esto y aun mucho más, y hemos sobrevivido a miles de situaciones que ahora nos parecen inimaginables. Cada cual ha tenido lo suyo y cada cual ha salido adelante como ha podido. Hemos vivido en el escenario de la tragedia y hemos participado en muchas y variadas películas, incluso algunas de terror. El caso es que ninguna de esas películas es la verdad. La verdad se encuentra en el miedo. El miedo ha sido el culpable del dolor. El miedo a la soledad, al abandono, a la falta de cariño, a la falta de recursos, a la falta de vida; a la muerte emocional, espiritual o física.

En estos hermosos tiempos podemos elevar la mirada, elevar nuestra conciencia y comprender que todo dolor puede terminar al comprender que nuestras historias de sufrimiento no se corresponden a lo que somos. Nuestra naturaleza humana, resultado de la evolución ha creado mecanismos de defensa para afrontar todos los miedos. Y aunque el miedo es en sí un mecanismo de defensa, es el más limitador de todos ellos. Es el que no nos permite crecer ni evolucionar.

Si tomas tu película y utilizas un filtro que no deje pasar el miedo, el sufrimiento y el drama, puedes ver lo que te queda. Te quedas con una situación neutra, con todas las posibilidades de crecer y evolucionar en la mano, con las alternativas de elegir un nuevo desenlace para cada reto de la vida, solo por la dicha de experimentar. El que no estudió antes puede hacerlo ahora. Los hijos tienen más acceso a los estudios formales porque lo hemos ido consiguiendo entre todos y podemos avanzar mucho mas elevando la calidad de la educación. Puedes crearte el trabajo que necesitas, si amas lo que haces serás inmensamente dichoso y muy bien recompensado, nunca te faltará. Si comprendes que nadie te puede hacer sufrir porque eres invulnerable, jamás tendrás problemas con nadie y serás grandemente estimado por los demás y te buscarán para que trabajes con ellos. El amor de pareja puede triunfar si existe la voluntad y si no fuera posible, tendrás la dicha de volver a intentarlo nuevamente con más decisión aun. Si no tiene hijos los puedes tener si lo deseas. Si tienes hijos y los amas y honras, jamás tendrás problemas con ellos y crecerán en armonía. Si has tenido vivencias doloras de infancia las puedes olvidar y crearte una nueva vida ahora. Los enfermos no son indefensos, ellos pueden sanarse a si mismos, solo hace falta amarse mucho.

El universo nos da tantas posibilidades para crear, para manifestar y encontrar los recursos que necesitamos, que sufrir por no encontrarlos está de más. Mejor es invocarlos para verlos. Lo mejor es aceptar cada reto que la vida nos plantea y experimentar. Experimentar como en el caso de la ciencia. Ensayo- error pues alternativa, hasta llegar al Ensayo acierto. Ya es hora de entender que no es necesario seguir creando mas desgracias. Desgracias que nos creamos porque tenemos tantos miedos. Podemos generar un punto final, podemos todos unidos en una mente colectiva tener una nueva conciencia que limpie todo nuestro pasado y hacer una nueva vida. Pero debemos empezar por nosotros mismos. Es una larga y ardua tarea, luchar día a día contra nuestros miedos. Es el miedo “equilibrante” que nos ha ayudado a sobrevivir, porque está asociado a la prudencia. Pero si este miedo que nos equilibra se alarga en el tiempo y sin justificación aparente, se convierte en algo tóxico y enfermizo.

El miedo que siento ante la presencia de una mujer en mi vida de soltero, es un miedo que nos enseña que en la medida en que queramos o amemos algo, así temeremos perderlo. ¿Os acordaís del famoso cuento de Juan Sin Miedo. Ese chico que no conocía el miedo, que pasa mil aventuras y peripecias pero no consigue saber que es sentir miedo. Que, solamente, al final del cuento. Cuando se casa con la princesa y todo funciona perfectamente es cuando siente temor por primera vez. Porque, hasta ese momento, el protagonista sentía que no tenía nada, por lo que no tenía miedo a perderlo. Sin embargo, cuando nace el amor por esa princesa, nace también con el ese miedo a perderla.




El miedo al rechazo es producto de la sociedad en la que vivimos, especialmente en la latina, donde las relaciones sociales son muy importantes. Donde necesitamos, constantemente, la aprobación del grupo. Solamente nosotros conocemos el concepto de “vergüenza ajena”, fomentado por las sociedades católicas, que en un intento de crear armonía, avergüenzan a los que se encuentran en contra de la norma. Pero, también el miedo a no llegar a final de mes, el miedo al cambio, el miedo a la soledad o el miedo a la pérdida de poder, son los miedos mas extendidos actualmente. Todos ellos pueden paralizarnos, pero solo nosotros tenemos la solución para enfrentarnos a ellos y derrotarlos. ¿Cómo?

Primer paso;  Aceptarlo. No es un síntoma de debilidad como persona el reconocer nuestros miedos. Como decía Nelson Mandela, otro hombre que vivió cautiverio; “No es valiente quien no tiene miedo sino quién sabe conquistarlo”.

Segundo paso; Identificarlo. A veces no es fácil. Respondamos a estas preguntas; ¿Qué mueve nuestra vida?; ¿Estar integrados en un grupo? ¿Ganar mucho dinero? ¿Encontrar pareja? Nuestros miedos vienen porque no cumplimos nuestras motivaciones.

Tercer paso; Mirar al miedo y ponerle cara. Nuestro cerebro es el que genera nuestros miedos. Nosotros somos los que creamos los miedos. Si alguien nos dice; “atente a las consecuencias”. Nosotros pensamos en unas consecuencias que quizás no se correspondan con las posibles. Por ello, ante una amenaza pongamos, fríamente, las posibles consecuencias en un papel y las valoremos. De forma que sopesándolas, nuestra “motivación trascendente” y el buén consejo de los buenos amigos, nos ayudará a decidirnos a seguir adelante, a pesar de los riesgos.

Esa motivación trascendente; la que va más allá de la propia vida. La que está basada en las ilusiones y los sueños nos da la fuerza para aplastar los miedos mas terribles. Y si no, que se lo digan a Victor Frankl, un psiquiatra judío que estuvo en varios campos de exterminio, durante la segunda guerra mundial, y que según él, no se salvaron del infierno los mas fuertes, ni los mas cultos, ni los mejor preparados, sino aquellos que tenían una motivación trascendente. Aquellos que pensaban; “cuando salga de aquí contaré esto al mundo”, “cuando salga de aquí veré a mi familia”, “cuando salga de aquí…..”. Todos conocemos casos de éxito de hombres o mujeres en situaciones extremas. Donde el miedo es tan fuerte que puede paralizar la vida. Y que, aquellos que han sido capaces de conquistarlo, de superarlo hoy son grandes personas de espíritu, alma, corazón y vida. Todos podemos serlo. Tenemos la capacidad de serlo. ¿Por qué no hacerlo? Hagámoslo. Ahora.


3 de diciembre de 2011

DE PRINCIPES AZULES, PRINCESAS Y OTROS CUENTOS



"Hay que aprender a aceptar las pérdidas. Solamente así puedes encontrar las cosas buenas"

Es la sugerencia de la amiga psicóloga y vecina de Martha. La protagonista de la película “Cansada de Besar Sapos”, una película mexicana que muestra el retrato de Martha, una joven y atractiva diseñadora de interiores de 27 años que como cualquier mujer sueña con encontrar a su hombre perfecto, a su príncipe azul. Pero la historia se desarrolla en el momento, en el que, harta de las infidelidades de su novio Roberto decide pagarle con la misma moneda, escuchando los consejos de la gran dama del despecho cantado, Paquita la del Barrio, para procurarse un buen número de galanes (cada uno más tonto que el anterior), culminar en el arrepentimiento moral (Soy una imbécil, haciendo lo que siempre he odiado en los hombres) y concluir que sin amor una mujer es poca cosa, antes de lanzarse a los brazos de un hombre bueno.







Afortunadamente para nosotros, cuando aprendemos de los errores, conseguimos estar mejor preparados para aceptar lo bueno que nos ofrece la vida. Aquello que está a nuestro alrededor, y que nunca debemos dejar escapar. Porque si no lo hacemos, perdemos la oportunidad. La oportunidad, no de encontrar príncipe o princesa, sino de encontrar un querer. No somos conscientes de como, la cobardía o el miedo, no nos deja llegar avanzar en nuestras relaciones sentimentales. Y preferimos, por el miedo al cambio, pensando que aquello que nos suceda, tras dar un primer paso hacia lo desconocido, aunque intuyamos que puede ser mejor, quedarnos como estamos. Aunque sea malo para nosotros. Y nos auto convencemos de que nuestra relación no es la ideal, pero es la que nos ha tocado. No es la que nos ha tocado; es la que nos merecemos, mientras la mantengamos.

Cuando somos niños nos llenan la cabeza con los cuentos de príncipes, princesas y hadas. Seres encantados salvados por un magnífico ser. Con los años descubres que tienes un papel. Tanto si eres hombre como mujer. El papel de proteger, o el papel de dejarte proteger. El papel de querer, o el de dejarse querer. El papel de besar, o el de dejarse besar. Ahora, cuando eres adulto, tan solo quieres entenderte, aceptarte y escucharte, lo suficiente como para reconocer en ti a un ser humano y no a un personaje de cuento. Un ser imperfectamente perfecto, para dar cumplido tu sueño, y el de la persona que te quiere como pareja.

Que duro es crecer y descubrir que ya no eres personaje de cuento, que ya no eres ese niño con superpoderes en tu espada, o esa niña princesa que espera en lo alto de la torre del castillo a ese jinete que cabalga sobre su corcel para salvarte de las garras de una malvada bruja. Es en esta indefensión cuando una comienza a buscar la seguridad del poder, de la posición o el dinero, la compañía, el cariño, en definitiva, el llenar el vació que nos provoca la pérdida de la personalidad infantil con una nueva personalidad de adulto. Un adulto que debe aprender a conseguir el cariño, la ternura, la pasión, la complicidad, la fidelidad, el respeto, no solo de los demás, sino de una pareja.

Aprendemos, de otros adultos, a convertir las riquezas que otorgaba la realeza anterior de nuestros papeles de cuento en la mayor de las fortunas; el amor de la pareja. Aprendemos, que solo tenemos salvación, que solo podemos hacer frente a la indefensión que sentimos, si nos apoyamos en otra persona. Y no tenemos entonces mas objetivo que poseer mayor tesoro; el corazón de otra persona que, dejando atrás, los muros de su castillo, decida cabalgar a nuestro lado para buscar pasión y aventura; los ingredientes mas estimulantes para conseguir el amor. Y es así cuando, con la ayuda de las hormonas, nos vamos dando cuenta que nuestro cuerpo se va transformando. Va abandonado la forma de niño o niña, para ir pasando a la pubertad, la adolescencia y la madurez sexual que nos convierta en seres adultos, físicamente hablando, pero en la mayoría de los casos, No emocionalmente hablando.


Martha, la protagonista de esta película, ha pasado ya las etapas de la niñez, la pubertad, y la adolescencia. Con mas de 30 años, se encuentra en un periodo de madurez sexual y, supuestamente emocional. Pero, en un momento de la película expone, que lo que mas le preocupa en su vida es el amor. Que sin el amor, su vida no tiene sentido. Y que no puede mantener relaciones infructuosas, nada satisfactorias para sus objetivos, por el mero hecho de tener seguridad. Esa seguridad que le proporcionaba la primera figura masculina de la que tuvo referencias, la de su padre. Que perdió prematuramente, y que le provocaba esa desmesurada búsqueda de seguridad. que le llevó a las garras de ese tipo de hombre narcisista, que solo busca su propia satisfacción. Pero, tras abrir los ojos y descubrir que ese no era su futuro. Inicia una nueva búsqueda del príncipe azul en una pagina de contactos que da nombre a la película; "Cansada de Besar Sapos" (Si no puedes con ellos, diviértete con ellos. Es el lema de la pagina web).








Lejos de ser una película merecedora de un Oscar, (no deja de ser la típica película de comedia romántica, ñoña y con final feliz), no me cabe duda, que este tipo de películas son las culpables de los estereotipos que consumimos sobre el amor y las relaciones de parejas. No tuvimos bastante con los cuentos de principes y princesas, que Perrault, Andersen o los Hermanos Grimm, culpables de la invención y extensión del estereotipo de 'Príncipe Azul', tienen la excusa de haber existido en una época en las que las féminas se enfrentaban a hombres. Posteriormente, con el paso de los años, el sr. Walt Disney se dedicó a llevar a la pequeña y a la gran pantalla, lo que todavía hoy, guionistas, productores, directores y toda la industria del séptimo arte, continua ayudando a seguir cultivando estos estereotipos, porque, al fin y al cabo, son los que venden. 


¿Que sería de nosotros si perdiéramos la ilusión? La ilusión por el amor. De hecho, todos los empresarios del sector de las bodas saben, que cuando hay éxitos en taquilla de comedias románticas, sube el número de Bodas. Como muchos otros seres de mi especie  yo también me casé porque en los cuentos de hadas decían que los príncipes y las princesas se casaban y vivían felices para siempre. Y como yo también quería vivir feliz para siempre, me casé. O acaso el casarse, y vivir felices para siempre, ¿es solo un privilegio de príncipes y princesas?. Pues hasta hace poco parecía que si. Pero gracias a los hombres, y no se si a algún Dios, el divorcio también llegó a las casas reales. Y, descubrimos, que el vivir felices y comer perdices, era un privilegio real, pero el divorcio también. Y al final, la democracia convierte los privilegios reales en derecho de uso de las clases menos favorecidas. Por lo que, en el año 2005, la democracia nos  otorgó la Ley del Divorcio. Dandonos un instrumento para poder acabar rapidamente, con las uniónes conyugales fallida o no deseadas.



Pero volviendo al estereotipo del príncipe azul, que se esconde detrás de ese animal que es la rana. No os dais cuenta que desde que somos inocentes niños nos meten en la cabeza que si tenemos paciencia un hombre llegará para remediar todos los desaguisados que hemos formado mientras les esperábamos, todo nos será perdonado y de repente nuestra existencia cobrará sentido.  Pero las chicas y mujeres del siglo XXI batallan por enamorar a hombres con pánico al compromiso, consumidores compulsivos de viajes, revistas, libros, películas y lo que es peor: de relaciones homosexuales, divorciados, padres divorciados, hombres lastimados, bisexuales y un largo etcétera en el que la fauna brilla por su excentricidad.



Las mujeres sueñan con hombres imposibles, con el físico de Brad Pitt, la inteligencia de Bill Gates, los millones de Cristiano Ronaldo, el estilo de Hugh Grant, la ternura de un oso amoroso, que además entienda de moda, le guste ver películas románticas y sea el hermano gemelo de Nacho Vidal en la cama. Si es espiritual a la par que divertido y sociable, entonces perfecto. Estamos hartas de ver al Dr. Macizo en 'Anatomía de Grey' ejemplificando al hombre con el que todas soñamos, a Mr. Big rescatando a Carrie Bradshaw (en SATC) en París, de las garras de un desconsiderado Barishnikov, o a Mr. Darcy encantado con los kilos y torpezas de Bridget Jones.

La realidad no es así, ningún Richard Gere va a convertir a ninguna Julia Roberts de meretriz en dama de la alta sociedad, adorada, idolatrada y bien vestida. Muera la leyenda 'Pretty Woman', 'La Cenicienta' o 'La bella Durmiente'. ¿Quién tiene el problema? ¿Los hombres por no responder a unos estereotipos imposibles, las mujeres por esperarlos, o los guionistas de series y películas por engañarnos?. Una pregunta que me asalta frecuentemente es: ¿Los guionistas están bien cuando escriben o simplemente son hombres que tratan de organizar un complot de hundimiento hacia las mujeres? O quizás estos guionistas son mujeres que continúan soñando sin caerse de la cama.





Sinceramente creo que los príncipes azules no existen, al menos no como los soñamos desde niños. Pero esto no es una mala noticia. Porque queridas, vosotras tampoco sois princesas, quizás si las hadas dispuestas a colmar los deseos masculinos. Y aunque a todas os encanta ser las princesas del cuento, en ocasiones vuestras exigencias, marcadas por las altísimas expectativas alimentadas durante años por los cuentos, películas románticas, novelitas para adolescentes y series americanas, os convierten en la mayoría de las veces en verdaderas brujas. Y perdonadme por la expresión, no quiero ofenderos.

Pero es que, desde mi punto de vista de hombre es muy importante para mi indicaros que habéis basado vuestro concepto de príncipe azul en creencias contradictorias. Un hombre desvalido, tierno y sensible no puede ser, a la vez, un hombre fuerte, protector y súper viril que os haga sentir seguras. Aunque Superman podría serlo, sigue siendo personaje de ficción. En el tema del sexo, también existen contradicciones. Si no os desea, os frustráis, pero si os desea en demasía os sentís acosadas. Si no os mira le despreciáis, pero si mira a otras también. No es que no exista el hombre perfecto, para cada una de vosotras, puede existir un hombre que sea vuestro complemento. Pero, perdonadme es que en la mayoría de los casos no sabéis lo que queréis o esperáis de un hombre.

Los hombres estamos aprendiendo a evolucionar. A desarrollar todos los aspectos que a una mujer le pueden interesar de un hombre. A comprender vuestras expectativas. A cumplir con los requisitos de esos guiones que escriben en las comedias románticas. A ser tierno y sensible cuando se necesita serlo, y fuerte, protector y viril, cuando se nos requiere. Al final, tenemos que cumplir con el papel que nos exige el guión. Acabamos convirtiendonos en los actores de vuestras películas. Pero no se trata de eso, se trata de que entre ambos; hombres y mujeres, asumamos que los roles cambian, la sociedad evoluciona, y ambos sexos debemos adaptarnos a los nuevos tiempos. Porque, estamos condenados eternamente a entendernos. Y siendo conscientes de nuestras necesidades podremos seguir trabajando por la evolución de la especie, disfrutando de nuestra común existencia.

Como no soy doctor, ni psicologo, sino un simple hombre que le gusta expresar sus emociones y pensamientos en este blog. NO me atrevo a dar recetas, ni terapias, pero lo que si puedo hacer es trasladar aquí un texto que encontré y que viene muy al caso de lo que comento hoy: son una serie de consejos para para encontrar lo más parecido a un "Príncipe azul"

Es muy importante ser conscientes de que la época moderna ha enterrado la frase lapidaria de los cuentos de hadas: y fueron felices para siempre, olvídate y basa tu felicidad o la idoneidad del tipo con el que estés en base a lo feliz que te haga en un periodo de tiempo presente, sin agobiarte continuamente con ¿qué pasará en el futuro?, ¿nos casaremos?. ¿Es el hombre perfecto para convertirse en el padre de mis hijos?, O lo que es peor ¿Y si no es el hombre de mi vida?.

¿Alguien sabe qué convierte a un hombre categóricamente en el de tu vida?, ¿Y si luego conoces a alguien mejor?

- Basa tu felicidad en periodos de tiempo y satisfacción breves y, recuerda, que lo que rápido llega, rápìdo se va, así que no te agobies pensando en el futuro.

- Otro gran fallo que cometemos las mujeres es pensar que tu pareja tiene que caerle bien a todo el mundo; a tus padres, amigos (en especial a tu mejor amiga y de existir en tu vida, a tu amigo gay) y divertir a todos en cualquier ocasión. Recuerda que tiene que gustarte a ti, sobre todas las cosas, y que no por no gustarle a todo tu entorno deja de ser el hombre idóneo para ti.

-Tu pareja tampoco se debe convertir en una persona que supla todo lo demás, no cometas el error de pensar que puede hacer las funciones de una amiga, una madre o un psicoanalista, pues sólo conseguirás ahogar la relación.

Sé realista, muchas de nosotras nos empeñamos en idolatrar a la persona que tenemos al lado, no queriendo ver sus fallos o malos comportamientos. Esto claramente es un error. No te niegues a ver su parte negativa. Todo el mundo la tiene.

- Tampoco es bueno que solamente te centres en sus defectos, intenta ver lo mejor de él de una manera equilibrada. Sin dotarle de características sobrehumanas, pero sin convertirte en la típica mujer que vive para martirizarle.

- Un consejo final: es mejor el sapo que poco a poco muta en príncipe, que el hombre deslumbrante que llega subido a lomos de un corcel. Quién sabe, igual, al final, acabas comiendo perdices. En el transcurso recuerda que soñar es gratis.


 El Príncipe de los Singles





19 de noviembre de 2011

SOY UN NAUFRAGO EMOCIONAL


"Tu eliges, el pasado o el futuro. Elige uno y sigue adelante con el."

Esta frase de la fantástica y emocionante historia de amor que se ha llevado al cine. Me da pie a esta nueva entrada de mi blog. Os recomiendo la película. Anoche la vi, y cada vez que la veo se me revuelve el alma, me desgarra el corazón y desborda mi pecera, haciéndome saltar las lágrimas. (Mensaje en una botella. Con Kevin Costner, Robin Wright Penn y Paul Newman). Me ha hecho sentir, como tantas veces; un NAUFRAGO EMOCIONAL.





Por eso, siempre que intento, acercarme, de la forma lo mas objetiva y analítica posible al pilar sobre el que reposa el fundamento de los contactos interpersonales y de donde brota la vida y su continuidad, me da un miedo terrible. Pienso que, de alguna manera, mis interpretaciones puedan ser asumidas como afirmaciones, pero, por favor, mas lejos de la realidad imposible. Tan solo quiero transmitir todo aquello que me pasa por la cabeza, y que me ayuda a ir descubriendo las piezas de este gran misterio que es el enamoramiento y que provoca en nosotros tantas emociones. Y que tanto influyen en las motivaciones humanas.


Las emociones… ¿qué son y cómo se producen? Pues porque como dice P.Bruckner, gran filósofo de las emociones. “Solo en un mundo desdichado puede ser tan obstinado el deseo de ser feliz, y la felicidad debe tomar indefectiblemente la forma de quietud acolchada, de la intimidad celular; quiero la pareja para que exista un exterior y un interior, para pasear por la calle sin sufrir el anonimato (….) para escapar a la inseguridad, para aislarme, en una palabra, de la paranoia social”.


Todos buscamos esa emoción tan deseada, y que tanta amplitud semántica posee en todas las lenguas, y que de tantas maneras se manifiesta. Como ese dios que tanto anhelamos porque creemos que nos va a dar todo aquello que necesitamos, y que es resultado de; 1) Afecto, 2) Aceptación recíproca y 3) Atracción Sexual. Si, efectivamente es el sentimiento amoroso o AMOR. Esa emoción que nos lleva a sentir la necesidad de encontrar a nuestra pareja, en la manera en que ya Freud aportaba de que buscamos a la pareja porque “se pide al otro que nos aporte lo que nos falta (nuestro complemento) y se le pide también que sea una parte de nosotros mismos, de lo que hemos sido, de lo que somos o de lo que quisiéramos ser”. Pero entonces le pedimos a nuestra pareja que asuma, tanto nuestra imagen idealizada como la parte de nosotros mismos que rechazamos, es decir; tanto lo positivo, como lo negativo.


De esta manera, nos enamoramos de aquellas personas en las que vemos rasgos de nosotros mismos; de lo que somos o de lo que fuimos, lo que incluye también nuestros orígenes. Por eso se ve claramente que las características de nuestros progenitores se ven reflejadas en nuestras parejas. Pero esta inconsciente trasposición de nuestra persona, puede convertirse en algo patológico cuando se atrofia o anula la idiosincrasia de la pareja en una desmedida utilización del otro como prolongación de la propia personalidad. Y que cuando se desvía de nuestros deseos, provoca frustración y rencor.


Esta experiencia, motivada por la sobreestimación, nos conduce a esa inevitable ceguera amorosa, que todos conocemos y que denominamos; enamoramiento. Lo que Freud denominaba la “superestimación sexual”. El hecho de que la persona amada queda fuera de toda crítica, siendo estimadas todas sus cualidades al mas alto valor. Esto no ocurría cuando no era amado, pero ocurrirá cuando dejemos de amarlo. Asi vemos como tras el fin de una relación, esa persona, fuera de toda crítica entonces hoy se convierte en el centro de todas ellas.




Era entonces, cuando nos encontramos con esa persona que luego fue nuestra pareja, cuando a nivel interior, esa carencia, incompletud, debilidad o desamparo emocional. Esa falta básica afectiva, nos abre las puertas hacia la búsqueda de alguien que nos devuelva algún crédito en nosotros mismos; en la esperanza de un valor que tenemos y que no sea cuestionado. El amor nos defiende de la enfermedad depresiva, de la autodestrucción, de la falta de autoestima. El surgimiento del amor es un S.O.S. que lanzamos en un momento crítico de nuestra vida. El mejor tratamiento para curar o prevenir el desfondamiento melancólico, el narcisismo defensivo, el abatimiento y la soledad.


El denominado “flechazo” pone fin a la espera, a la búsqueda, a la disponibilidad. Implica la presencia en nosotros de un modelo de persona que reconocemos como apropiado para nosotros y que aparece en la foto de nuestro ideal imaginario. Cuando ese ideal emerge de nuestra imaginación y le ponemos nombre. Cuando este momento llega, la sensación de seguridad se apodera de nosotros y somos capaces de pisar firme en la calle. De salir del naufragio emocional en el que nos encontrábamos y subirnos al barco del amor, que nos lleve al puerto de la felicidad.


La persona amada se convierte entonces, el el receptor de todos los valores, termina convirtiéndose en la perfección que no podimos alcanzar. En nuestro interior, en una segunda personalidad. La admiración de nuestra pareja, es algo natural, pero el reverso de la admiración es la envidia. La codicia celosa que aspira a poseer las virtudes que observamos en nuestra pareja, y que nosotros no tenemos. En muchas ocasiones, vemos parejas donde se percibe que una de las partes o las dos practican una inconsciente animadversión u hostilidad haceia la persona que todo lo posee o todo lo puede o todo lo sabe. Es entonces cuando, todo lo que hemos magnificado es odiado y el amor se convierte en hostilidad. En entonces cuando la relación amorosa acaba en frustrante o frustrada.


Para que exista amor debe de haber fusión. Pero para que exista esta fusión debe existir en ambas personas la voluntad de superar la diversidad que posee nuestra pareja. Ella es portadora de esa propia e inconfundible especificidad, que la hace ser quien es. Una persona única, diferente e imperfecta. A quien deseo conocer, comprender, respetar y cuidar. De tal forma que su diferencia no se convierta en una amenaza para la superviviencia de la experiencia común. Para ello, la mejor herramienta; el dialogo. Gracias al dialogo aprendemos del otro, lo reconocemos. Apertura y flexibilidad para descubrir si aumenta el deseo por el otro y el deseo del otro por nosotros. Ese es el primer paso para recobrar el autoamor que anteriormente nos negábamos, el naufragio emocional en el que nos encontrábamos.


Las emociones son las cartas de navegación de las cuales disponemos para ir buscando las rutas que son favorables a nuestra supervivencia, en principio emocional, pero que pueden llegar a convertirse, también en supervivencia física. Las que nos producen emociones positivas, nos alejan de las negativas (aquellas que, supuestamente, son nocivas para nuestra supervivencia). Es muy importante disponer de unas buenas cartas de navegación. Especialmente para aquellas personas que les gusta la aventura, el riesgo. Que no se conforman con ir por la vida, por las sendas habituales y conservadoras.


Las aventuras emocionales o extremas pueden plantearse de forma divertida y emocionante para algunas personas.  Al igual que pasa con las actividades físicas extremas que me parecen fascinantes, y donde es importante tener una preparación física más intensa para llevar a cabo estas actividades, en lo relativo a lo emocional, ¿estamos preparados para sobrevivir en caso de una crisis?. Lo primero que seguramente atacará nuestra mente es la incertidumbre. ¿Qué vamos a hacer?, ¿qué va a pasar?, ¿cuánto tiempo tendré que esperar para volver a encontraré a alguien que me acompañe?


Una vez que has naufragado, viene el temor. Temor a lo desconocido, a lo que nos podría pasar por haber llegado a una situación que no habíamos planeado y nos dará miedo pensar en lo que nos llegue a suceder. Hay que tener en cuenta, que no es malo sentir miedo, es normal. Estamos expuestos a una situación que no conocemos, lo importante es no perdernos en el miedo y poder reaccionar para salir de la situación en la que nos encontramos.

En algún momento tenemos ese sentimiento de autosuficiencia. En el que sentimos que estamos preparados y decididos reaccionar para salir adelante. También sentirás hacia la otra persona o contigo mismo enojo. Te podrás echar la culpa por no poner atención en lo que estaba ocurriendo o porque no hiciste las cosas bien y ahora te encuentras con este resultado, a priori, tan negativo No está mal tener este sentimiento, pero como todos los sentimientos y emociones negativas, y nocivas para tu estabilidad, en algún momento los tendrás que exteriorizar. Pero un consejo, que sea con la persona o personas adecuadas. Porque, serán ellas las que te podrán ayudar.

Después de un tiempo de estar en ese naufragio emocional, llegará un momento en el que te sientas indiferente a la situación.  Pero esa indiferencia, poco a poco, se convertirá, de nuevo en ansiedad. La ansiedad es el último sentimiento por el que atravesamos. Comerte las uñas será lo menos que hagas. Todo te cruzará por la mente y el nerviosismo se apoderará de ti. ¿Cuánto tiempo falta para volver a encontrar, de nuevo, una persona que me ame?, ¿habrá alguien en mi camino que me pueda o nos pueda ayudar? Relájate. Hay que poner los sentimientos y las emociones en paz y mantener la calma. El proceso hacia tu salvación emocional ha comenzado.

Al igual que como al principio decía, que todos anhelamos el encontrar a nuestra pareja, para escapar a la inseguridad, al aislamiento, a la soledad, que nos provoca estar en esta isla emocional, como un naufrago. No caigamos en la desesperación. La marea de la vida traerá hasta nuestra playa, herramientas para hacernos la supervivencia mas fácil y llevadera. Familiares, amigos, paisajes, viajes, música, trabajo u ocupaciones, etc, son experiencias que nos ayudarán a estar alerta y preparados para cuando llegue el momento del rescate emocional.





Llega un momento que como náufragos comenzamos a acostumbrarnos a la comodidad de nuestra isla (de nuestra vida). Estar sólo no es tan malo, te sientes plenamente organizado con tu estabilidad  y tu libertad. Incluso llega a pasar algún barco,(alguna persona por tu vida) te pones de pie, exultante… y… bueno, ya no siente la imperiosa necesidad de subirse a él, si ves que no es el que te puede llevar a tu destino. Te vuelves a sentar, sonriente, tranquilo y distante, sin despreciar a los nuevos barcos ni teniéndoles miedo por aquellos recuerdos de abandonos en alta mar.



Es este el momento emocional que nos llevará a tener éxito en una relación. Momento en el que nos interesamos más por nuestra propia vida que por la vida de otra persona. Momento en que alguien puede amar sin llegar a la desesperación ni otras muestras de desestabilidad emocional que, por supuesto, no son nada atractivas ni ayudan a mantener sana una relación.


Pero, lanzar un S.O.S no es malo. Es necesario para que lo encuentre la persona adecuada. Yo ya lo hice. Hazlo tu también. Lanzale el mensaje a la vida, que lo lleve hasta las manos de esa persona. Escribelo en los comentarios de este blog. Besos y Abrazos. 


Sólo un náufrago, una isla perdida en el mar,
Oh otro día solo, sin nadie aquí más que yo,
Oh más la soledad que cualquier hombre pueda resistir
de rescate antes de que me caiga en la desesperación,
oh voy a enviar un llamada de socorro para el mundo.

Espero que alguien reciba mi mensaje en una botella, sí

Ha pasado un año desde que escribí mi nota
Pero debería haber sabido esto desde el inicio
La única esperanza puede mantenerme
El amor puede arreglar tu vida, pero
el amor puede romperte el corazón.

Voy a enviar un llamada de socorro para el mundo
Espero que alguien reciba mi mensaje en una botella, sí

Salí a caminar esta mañana, no pude creer lo que vi
cien mil millones de botellas arrojadas a la orilla
parece que no estoy solo en estar solo
cien mil millones náufragos, en busca de un hogar
Voy a enviar un llamada de socorro para el mundo

Espero que alguien reciba mi mensaje en una botella, sí  

Message in a Bottle (Sting & Police)

17 de octubre de 2011

ESPERANDO EL AMOR Y OTRAS COSAS IMPOSIBLES

"La felicidad no es la última estación, es una manera de viajar" (Runbeck)

Es curioso, desde que hace un par de meses tengo que coger el metro para ir al trabajo y del trabajo a casa, me fijo mas en las personas que viajan y en su manera de viajar. Una amiga me dijo esta semana, que aprovecha sus viajes en AVE para reflexionar sobre su vida. La verdad es que cuando el tren comienza a correr y ves como se transforma el paisaje por la ventana, la mente se transporta, también hacia esa dimensión, donde, los recuerdos y pensamientos forman su propio paisaje. Porque nuestra mente bebe de nuestros recuerdos para darle forma al futuro.






Pero volviendo a mis viajes diarios en metro, donde me encuentro cada día con cientos de personas, que entran y salen de un vagón, que esperan en el anden, que suben y bajan escaleras, que toman la misma dirección o la contraria a la mia. Todas y cada una de ellas, al igual que yo, sueñan con encontrar cada día la felicidad en medio de la rutina. Soñamos con encontrarla en una persona o en una cosa, por eso miramos siempre a nuestro alrededor, buscando en esa persona o en esa cosa, aquello que nos traiga placeres, sensaciones, sentimientos, necesarios para albergar mas esperanza. La esperanza de encontrar la felicidad. Esa felicidad que tanto ansiamos pero que no esta ahí; en la persona o en el objeto. Está en nosotros mismos; en como afrontamos el encuentro con una persona, o como disfrutamos de la posesión de ese objeto.

Soñamos, la mayor parte del tiempo con compartir nuestro tiempo con esa persona o poseer esa cosa que nos haga feliz. Con encontrar ese amor que nos venden en las películas. Tan irreal y superficial. Pero hay personas y/o cosas que son imposibles o inalcanzables para nosotros, pero, aún así, las seguimos deseando. Y mientras las alcanzamos. Nos conformamos con sucedaneos, a los que nunca entregamos todo lo que somos, porque pensamos que no son verdaderos merecedores de nuestro total esfuerzo. Y por ello, nos llega la frustración por no haber encontrado a la persona o a la cosa perfecta que tanto ansiamos. Frustración, que mas tarde o mas temprano, acaba generándonos rencor, odio, y hasta deseos de venganza. Unos deseos de venganza que llevan a perpetuar las malas relaciones entre dos personas y las que les rodean.

La madurez es la capacidad de resistir a la frustracion. ¿Y el perdón? El perdón es la herramienta que ayuda a reparar la frustración y nos hace seguir creciendo en madurez. Pero la herramienta del perdón, ya dejó de utilizarse. Es más fácil y rentable (emocionalmente hablando) elegir una persona nueva, que ponerla un parche. Porque, claro, es tan antiestético eso de los parches. Las relaciones de nuestros abuelos, y de nuestros padres están llenas de parches. Y eso es lo que les da tanto mérito. El esfuerzo por mantener las relaciones, pese a tantos golpes y pinchazos, las ha curtido y las ha vuelto tan maduras y duraderas.

La razón nos dice que es más fácil olvidar que perdonar. Pero, ¿no es acaso mas loable y humano perdonar? Perdonar porque ninguno de nosotros es perfecto. Porque nuestros actos, en la mayoría de las ocasiones son reflejos, no pasan por el tamiz de la razón. Muchos de nosotros somos muy viscerales. Actuamos, en la mayoría de las ocasiones sin pensar en las consecuencias, porque sentimos que estamos preparados para las posibles consecuencias.

En nuestro interior sentimos que la vida nos preparó para todo. Esto es cierto; el ser humano se compone de células, pero también de sentimientos, razón y voluntad. Estos tres nacen de nuestro cerebro, quien gobierna nuestras decisiones. Cada día es una lucha por ser capaces de mantener un equilibrio en nuestra vida. Un equilibrio que nos asegure la supervivencia. La lucha entre los sentimientos, la razón y la voluntad es lo que nos hace estar vivos. El día que no existe esta lucha estamos muertos.

Hay personas que le dan mas importancia a los sentimientos. En lo que respecta a las relaciones de pareja, donde si que hay que dársela, es claro que los sentimientos juegan un papel importante. Dos personas no tendrían una relación de pareja, sino existieran esos sentimientos. O no deberían. A no ser que hubieran ante-puesto la razón, como antiguamente; donde las parejas eran por conveniencia y solo se justificaban por intereses económicos o patrimoniales, y donde los sentimientos no existían.

Pero es claro, que la razón nos influye en una relación de pareja; dinero, atractivo físico, estabilidad, estatus o posición social son aspectos de la razón que promueven unos mayores sentimientos hacia una persona. Estos requisitos tan razonables para que nos guste otra persona generan la atracción suficiente para que nazcan esos sentimientos tan necesarios para que una relación comience. El amor, es también, pues, fruto de la razón. Porque la razón nos refuerza los sentimientos de atracción hacia una persona, cuando entendemos que esta posee los requisitos que, a nuestro entender, deben ser los que le podemos y debemos pedir a una pareja.

Es entonces; cuando sentimientos y razón están alineados, cuando la voluntad; es decir; la capacidad que tiene todo ser humano de decidir con libertad y optar por un tipo de conducta determinado, nos lleva a comenzar a compartir nuestra vida con la de otro ser humano. Libremente, sin coacciones, nosotros, teniendo en cuenta nuestros sentimientos y nuestra razón, optamos por comenzar la búsqueda del amor.

Pero este equilibrio entre los sentimientos, la razón y la voluntad, es tan efímero, que es prácticamente imposible. Es por ello que es tan difícil, llegar a encontrar el Amor, el amor con "mayúsculas". Porque los sentimientos son tan subjetivos, y tan distintos para una y otra persona. La razón, es tan exigente para unas personas y tan poco para otras. La Voluntad; que surge de la disciplina: la disciplina, es algo tan poco habitual en muchas personas. Por tanto. Conclusión; Amor = Otra de esas cosas imposibles.

Imposible, pero tan real, a veces, que lo puedes sentir. Lo puedes palpar, lo puedes ver. No solo en otras personas. También en ti. Soy creyente, ferviente practicante, de esta religión que tiene como dios al Amor. Un dios, imposible de poseer, pero que nos brinda sus bondades, para deleite de nosotros; tristes mortales que necesitamos de su maná, caído del cielo, para alimentar una triste existencia. ¿Que sería de nosotros sin el amor? ¿Donde estarían nuestros sueños, nuestra ilusión, nuestras esperanzas?. No existirían los frutos del amor. No existiría yo, no existirían mis recuerdos, no existirían mis amistades, no existirían mis relaciones, no existirían mis hijas, no existiría mi presente, no existiría mi futuro. Todo lo que somos, lo que tenemos, lo que seremos, lo que tendremos, es consecuencia del amor.

Practicando esta religión, aprendiendo de los maestros y sacerdotes, releyendo sus lecturas, participando en los ritos, cumpliendo sus mandamientos y creciendo cada día para conseguir la perfección en el camino hacia el amor. Porque, si uno quiere llegar hasta el, debe caminar hacia el y no esperarlo. Pero no buscándolo fuera, sino, en nuestro interior. El amor está en nuestro interior. Nace de nosotros mismos, no podemos buscarlo en los demás. Comienza por amarte a ti mismo, y entonces, solo entonces, habrás comenzado el camino hacia el amor. Porque nosotros mismos ya somos amor. Y el amor, crece cuando se da, no cuando se recibe.




Por tanto, imposible, lo hacemos imposible cuando no creemos en el. Real, cuando si lo hacemos. Es entonces cuando lo sentimos, lo percibimos, porque lo  sentimos en otras personas, pero lo reconocemos en nuestro interior. En algún momento lo hemos sentido. No tanto cuando lo hemos recibido, como cuando lo hemos ofrecido. Hemos tenido mayor satisfacción cuando lo hemos dado que cuando lo hemos recibido. Dejando, a un lado, nuestro egoísmo, hemos descubierto que hemos sido mas felices. Todos somos conscientes de que es el egoísmo el que rompe nuestras relaciones. El que acaba con nuestros proyectos en común. Pero que es el amor, el que nos invita al perdón, a la reconciliación, a reconocernos imperfectos, a ser humildes, a luchar contra el rencor, a eliminar el odio de nuestras vidas. Y esto trae a nuestras vidas esa felicidad que tanto ansiamos.

Conclusión; No debemos esperar el amor, el amor está en nosotros, solo tenemos que creer en el, ofrecerle y compartirle. Solo así dejaremos de pensar que es imposible encontrarlo. Y con ello conseguiremos, atraer a otras personas con quien compartirle. En todos los sentidos. Crees en esta Religión del Amor? Pues ponla en practica. Te hará mas feliz, te lo aseguro.


10 de septiembre de 2011

TENGO MIEDO A NO TENER SUEÑOS



Anoche vi en la televisión, en ese canal que todavía sigue siendo instructivo y no destructivo (me refiero a la 2), la película SUITE HABANA. Más que una película yo lo denominaría un documental. Documental antinatural, pero, aun así, resistí y no cambié de canal. Porque frente al resto de la programación, a esta hora de la noche, deseaba ver imágenes que me transmitieran sensaciones verdaderas, y no artificiales. Viendo esta película me encontré frente a un encadenado de imágenes que pasaban sobre la vida de unos ciudadanos de la Habana. Al verlo, en la carne de sus protagonistas, sentí la lucha diaria de tantos cubanos, por mejorar su calidad de vida, por cumplir sus sueños, pero sobretodo, sentí el miedo. El miedo a morir sin ilusión. Y eso lo reflejaba muy bien el personaje de una persona mayor que se dedicaba a vender cacahuetes tostados en una plaza de La Habana, para sobrevivir. Me impactó, al final de la película, cuando sobre la pantalla aparecieron las palabras; “.. y ya no tiene ningún sueño..”






Me entró, entonces, un miedo terrible. El miedo a no tener sueños. El miedo a no tener nada porque luchar; e incluso, el miedo a no tener miedo. A sentir que se puede perder el miedo. Pero, ¿se puede perder el miedo?  ¿Qué es el miedo? ¿De dónde nace?. Wikipedia lo describe como: “una emoción caracterizada por un intenso sentimiento habitualmente desagradable, provocado por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, y se manifiesta tanto en los animales como en el ser humano. La máxima expresión del miedo es el terror.” Este miedo es provocado por el cerebro. Donde se heredan los miedos, se generan nuevos y se guardan todos los miedos, que no solo nos paralizan, sino que paralizan a otros. ¿Cuáles son los tuyos?: ¿Miedo al fracaso?,¿al rechazo?, ¿Al cambio?,¿A la confrontación?, ¿Al éxito?, ¿A tomar riesgos?, ¿A tomar decisiones? ¿A la muerte? …. para por un momento y descubre cuál es tu mayor miedo.

¿Ya lo tienes? En este momento, ese será tu mayor miedo. Pero cambiará. En cada etapa de nuestra vida vamos teniendo distintos miedos. Cuando somos bebes, miedo a la soledad, a los extraños, cuando somos niños, a la oscuridad, a los ruidos, a monstruos, fantasmas, y cuando somos adolescentes; los miedos están relacionados con la imagen, las relaciones interpersonales, los rendimientos académicos. En la medida en que los vamos superando, vamos forjando nuestro carácter de adultos. Forma parte de nuestra evolución como seres humanos incompletos. En la medida en que no somos capaces de afrontar esos miedos y superarlos, tendremos que convivir, a lo largo de nuestra vida, con fobias o trastornos de ansiedad.

Nuestra herencia genética, nuestro aprendizaje en familia, y nuestro aprendizaje en sociedad son los que van marcando los diferentes miedos. Existe un gran componente cultural, religioso y social en la creación de miedos. Especialmente en los nuevos miedos. Los medios de comunicación, juegan un papel muy importante en los últimos miedos sociales creados. Nuestro cerebro, produce mecanismos de defensas que nos protegen de situaciones que podemos percibir como miedosas o como dolorosas. Una parte de nosotros puede querer crecer y cambiar, pero otra parte resiste porque el cambiar nos lleva a un NUEVO territorio en nuestros pensamientos y emociones que desconocemos… lo desconocido nos produce miedo y ese miedo, si no es entendido, nos puede llevar a la inacción.

Si alguna vez me siento con ansiedad, lleno de frustraciones y sin motivación, entonces presto atención, y pienso que es muy posible que mis mecanismos de defensa estén trabajando. Estos sentimientos son señales de miedo que quieren mantenerme en mi zona de seguridad. Más que huir y resistir el miedo, lo que necesito es entenderlo, aceptar su existencia, y actuar valorando lo siguiente; ¿Qué me ha costado este miedo? ¿Qué no he logrado por este miedo? ¿Qué cantidad de dinero he dejado de ganar por este miedo? ¿Cuántas personas importantes hoy no son parte de mi vida por este miedo? ¿Cuántos años de logros he perdido porque se los he entregado a este miedo?

La respuesta está en una frase; “El miedo me miente”. Me engaña, me provoca sueños con consecuencias negativas. Y estos, después se convierten en sentimientos de dolor, frustración, fracaso. Bajo el hechizo de estos sentimientos, me siento paralizado y no logro hacer las cosas que quiero hacer y que harían mi vida más feliz y completa. Digo hechizo, porque, si pienso en los últimos 2 años de mi vida, ¿Cuántas de las cosas que temía verdaderamente sucedieron? pocas, pero actué y tomé decisiones como si fueran a pasar…. me quedé en mi zona de comodidad, limitando mis acciones y por eso también, ahora veo que se limitaron mis resultados.

Pero, no confundo el miedo con la precaución….suelo ser precavido en muchos aspectos de mi vida, aunque es cierto que, una cosa es ser precavido y otra cosa es ser miedoso. Tampoco me refiero a miedos irracionales como las fobias, de las que hablábamos antes… estas requieren otro tipo de atención. Más bien me refiero a todas esas mentiras que inconscientemente me digo y que me creo, sobre lo que puede pasar si voy a tomar una acción. Aunque hay veces que intento ser proactivo y pienso; “Mejor actuar y arrepentirse que no actuar y arrepentirse de no haberlo hecho”. Pero, otras veces, el miedo al ridículo, al dolor, al sufrimiento me paraliza. Por eso, es bueno que aprenda a compartir  esas mentiras que me digo a mi mismo, cuando me digo; “no lo hagas, la vas a cagar”,  con otras personas, para ver si mis miedos son fundados o infundados. Personas que tengan una visión más objetiva y amplia de la que yo poseo. Personas que afrontan la vida sin miedo al miedo. Conscientes de sus miedos pero que los afrontan de forma positiva. ¿Cómo puede ser eso?

Pues aceptando que el miedo es una respuesta normal a mi desarrollo personal, en otras palabras; cada vez que quiero crecer, que quiero tomar una decisión importante, que quiero salir de mi lugar de comodidad, sentiré miedo ya que este quiere proteger lo desconocido.

Pruebo a pensar, ¿Cómo conseguí aquello que me hizo feliz? Aquello que considero un éxito en tu vida. Pienso en los miedos que superé. Lo hago por escrito; y pienso en lo siguiente; Cuando pienso en mis metas a corto plazo, ¿qué miedos te llegan a mi mente? hago una lista de ellos y me sale; (miedo al rechazo, al fracaso, a tomar riesgos, etc.)  Elijo uno de ellos y contesto a estas preguntas sobre el miedo que escogí: ¿Qué te ha costado este miedo? ¿Qué cosas hoy no tienes en tu vida por culpa de este miedo? ¿Cómo sería tu vida si este miedo no existiera? ¿Qué sería lo peor que puede pasar si tomaras acción aunque este miedo? ¿Puedes vivir con las consecuencias? ¿Qué es lo mejor que puede pasar si tomas acción a pesar de este miedo? Las respuestas a estas preguntas me dan una clara indicación de que debo controlar mi reacción al miedo y no permitir que este te robe mis sueños.

 Todas las personas que conozco y que hoy las reconozco como personas de éxito, cuando han querido crecer, han sentido miedo y lo han hecho como quiera. Martin Luther King decía; “I have a dream”. Ellos viven sus sueños aunque tienen tantos miedos como aquellos que viven miserablemente, lo único es que se han convertido en maestros de sus miedos en vez de permitir que sus miedos sean su maestro. Yo quiero ser Maestro de mis miedos. Llevarlos por el camino bueno, para que se conviertan en retos de nuevos proyectos. Retos que me lleven a actuar, en búsqueda de los mejores resultados.

Cuando actúe, a pesar de tus miedos, me moveré desde un lugar de dolor, parálisis y depresión (otros sentimientos que normalmente acompañan el miedo) a un puesto de poder, de confianza en ti mismo y felicidad. Cuando me enfrente al miedo me moveré a una posición de información poderosa donde el miedo se convierte en algo irrelevante… el sentirme tan poderoso me ayudara a conseguir lo que me proponga. Tendré poder sobre mí mismo, podré vivir mis sueños, el poder de crear satisfacción en mi vida, el poder para enfrentarme a los obstáculos, y saltarlos hasta conseguir mis metas.






Entonces, llegaré al momento de celebrar tus triunfos. Cada vez que actúe, a pesar de mis miedos es un triunfo, estoy rompiendo mis cadenas y tomando el control de mi vida. Compartiré mi experiencia con mis mejores amigos y después, me daré un regalo; porque me lo merezco. Habré aprendido a evitar uno de los mayores dolores de la vida: llegar al final de mis días, mirar hacia atrás y notar que he aceptando mucho menos de lo que la vida me ofrecía, quedándome tan solo el ser el testigo del éxito de los demás.

Si, soy consciente de que tengo imperfecciones, que tengo limitaciones, pero también poseo grandes talentos y habilidades únicas que puedo compartir con el mundo. Debo potenciarlos porque son dones que he recibido y, nadie más que yo  puede ofrecer lo que yo puedo ofrecer.  Este estado de conciencia de mis dones me llevará a sentirme lo suficientemente poderoso como para romper el hechizo del miedo y disfrutar de mis sueños. Sueños, que irán creciendo cada día, y que nunca se acabarán. No pueden acabarse. Podré acabar con mis miedos, pero vendrán otros, podré conseguir mis sueños, pero vendrán otros. Pero no puede el ser humano llegar a la conclusión que llegó esa anciana, que vendía maní en una plaza de La Habana. Esa anciana que se quedó sin sueños.