Pienso en ti y vuelvo a sentir el
vacío que me provoca la pasión sombría de mi deseo no
correspondido.
Vuelvo a ser consciente de como mis
ardientes besos, se perdían entre la frialdad perenne de tu
cuerpo.
Cuantos lamentos de ayunos de amor
sufríamos ante tantos tristes encuentros
de cama programados.
Nuestros besos, gemidos y caricias
vagan ya por el espacio tras no haber sido
sinceramente correspondidos.
Y, ahora que siento que solo me
queda ya vivir soledades en este espacio furtivo,
en la nada que tú me dejaste.
Siento que nos ha llegado la
despedida, sin rubor alguno.
Salir de la oscuridad, en la que nos
sumerge el desamor, y buscar la luz de una nueva amanecer en
nuestras vidas.
Una relación que ya está agotada, por mucho que se quiera
mantener por alguna de las partes, o por las dos, no consigue mas que demorar
el encuentro con la felicidad que ambas partes añoran y desean. Cuanto nos
cuesta, a veces, dar ese paso. ¿Qué lo motiva? ¿Miedo a la soledad? ¿Al
desamparo? ¿A perder la calidad de vida?. El deseo de seguir enganchados a un
pasado que ya no volverá y que es imposible de recuperar.
Cuando buscamos el amor de otro ser humano para formar una
pareja, estamos pensando en tener una vida mejor que la que tenemos al estar
solos. Es posible que pensemos que, a veces es mejor estar solo que mal
acompañado. Pero como seres sociales que somos, necesitamos no solo de la compañía,
sino del afecto, del cariño, y del amor que nos pueden generar otros seres
humanos. Pero, lógicamente, nos tiene que compensar y generar momentos y
situaciones positivas y agradables. ¿Qué sucede cuando quedamos atrapados en una
relación en la que predominan los malos
momentos?
Este tipo de relaciones, en las que dos personas sufren
constantemente, se denominan relaciones tóxicas. Estas relaciones de pareja te
producen mucha pena y desdicha y muy poca alegría y buenos momentos. Un factor
común en este tipo de parejas, además de la infelicidad, es que en la gran
mayoría de los casos, es una de las partes la que intenta, constantemente,
sostener esta relación por muy imposible que esto resulte, desgastándola, de
esta manera, aún más y provocando una mayor insatisfacción
Las relaciones sanas
son aquellas en que las dos personas ganan en afectividad, comprensión,
contención... casi podríamos decir que se trataría de una relación en la que en
el juego del amor sería ganar-ganar. Es decir; los dos ganan. En cambio, en las
relaciones tóxicas, es un juego en el que solamente se produce perder-ganar. O
peor aún, en casos más extremos: perder-perder.
Pasamos, en este tipo
de relaciones, por momentos en los que nos sentimos tan heridos que deseamos no
estar más con la otra persona. Hay demasiado sentimiento de culpa, porque la
relación se basa en el sarcasmo, ironías y burlas como mecanismos de
manipulación entre ambos, pero que al final desencadena en reacciones violentas
y dolorosas. Es un momento en el que sientes que has perdido la capacidad de
decidir por ti mismo, que te encuentras cautivo/a ante el carácter de la otra
persona. Y tienes la sensación de que estás cediendo tanto tu libertad personal
para que la otra parte esté contento o no le genere conflicto que has perdido
tu personalidad.
En la mayoría de las ocasiones en las que participamos de
una relación tóxica, no somos conscientes de cómo o porqué se produce. Hay
varios motivos; A veces nuestra baja autoestima, el creernos salvadores/as del otro (pensar que le
podemos cambiar y hacerle mejor), el asumir
un rol de víctima en el que nos encontramos a gusto, la urgencia de necesidad de cariño, el miedo a la soledad, el aburrimiento o falta de estímulos
emocionales, la necesidad de cumplir
con un rol social (esposo/a, madre o padre).
También, algunas veces
tratamos por todos los medios posibles de enmascarar la realidad para seguir
manteniendo las apariencias y la
estructura social, aunque el costo interno suele ser demasiado alto. Y, por
último, el miedo a seguir avanzando en la
vida: a veces aceptamos quedarnos en una zona conocida en vez de crecer,
desarrollarnos, cambiar y superarnos. Son los motivos que nos llevan a aceptar
este tipo de relaciones. De las que, en mayor o menor grado, con el tiempo
acabamos siendo conscientes.
¿Hay alternativa?. La
respuesta es sí. Una relación sana. Donde siempre hay un límite bien claro y es
el respeto y el amor a uno mismo, que debe estar por encima de todo lo demás. Pero, es necesario dar el primer paso. Un
primer paso en el que hay que tomar la decisión de cambiar los términos de tu
vínculo de pareja tóxico en el momento que estés preparado (o preparada) para
hacerlo. En ocasiones será necesario recurrir a un profesional para que nos
ayude, generalmente un psicólogo, mediador familiar, abogado, etc. Que, de una
forma objetiva te ayude a abandonar el papel que asumiste en este vínculo ya
sea de salvador, maltratado, quien-todo-lo-aguanta, perdedor o sumisa
Ante tu decisión, la
otra persona automáticamente cambiará su postura al tratarte ya que no
encontrará el mismo eco de tu parte (por ejemplo, para que haya una persona en
rol de "verdugo" debe existir su contraparte, alguien que asuma el
rol de víctima. Tal vez no te resulte fácil controlar tus emociones o
sentimientos, aunque sí puedes elegir qué hacer y qué no hacer con ellos.
Siempre debes pensar que eres libre para decidir qué clase de relaciones y de
personas te rodearán cada día de tu vida. Pero lo más importante es tener
siempre presente que somos libres para elegir el tipo de pareja que deseamos
tener, y que si esta no nos hace felices podemos dejarlo todo y recomenzar una
nueva vida, donde consciente o inconscientemente buscaremos, de nuevo, una vida
de pareja.
Si esto ocurriera. Si, de nuevo encontráramos otra persona con
quien nos volviera a compensar la vida compartida. Que seamos conscientes de
los motivos. Y que estos no nos lleven, de nuevo a una relación tóxica. Sino a
disfrutar de una vida en pareja sana y productiva para ambas partes. Una relación donde la pareja consiga un equilibrio emocional y el mantenerse en situaciones de
equidad en todos los aspectos que atañen a la pareja: dinero, amor, oportunidades,
amigos, etc.
Para ello, la comunicación, la expresión de sentimientos tiene
que ser abierta, honesta y con claridad. Estar de acuerdo en que es posible
expresarse sin temores. Para ello, se requiere que ambos participen en el vínculo con la
misma capacidad de: solidaridad, preocupación, demostraciones de amor,
crecimiento y desarrollo. Esto supoene un trabajo interior individual, incluso anterior a la relación, pero también, trabajo en
común, a medida que se hace camino en pareja.