28 de julio de 2012

A PESAR DEL AMOR, DEBEMOS DE SEGUIR VIVIENDO





El amor tiene firma de autor en las causas perdidas 
El amor siempre empieza soñando y termina en insomnio 
Es un acto profundo de fé que huele a mentira 
El amor baila al son que le toquen, sea Dios o el demonio... 



Así comienza la canción de Alejandro Arjona. Una poesía al Amor, al verdadero Amor, no a la idea romántica del Amor, sino a la real, a la que queda cuando el enamoramiento desaparece. Cuando verdaderamente somos conscientes de que estábamos enajenados, adormilados, drogados, o en un sueño que termina. Porque son ciertas las palabras que dicen que el Amor "empieza apareciendo en un sueño, y acaba convirtiendose en pesadilla".

Llega el Amor, precedido del Enamoramiento. Todos conocemos a una persona, nos atrae, no sabemos bien por que. Y, por otro lado, hay algo que nos repele, lo intuimos. Pero, de repente, entran en juego las hormonas, el apetito sexual, la necesidad de sentirse querido. Y ya esta. Ese coctail tan explosivo ya ha creado el caldo de cultivo para que hayamos dejar entra al enamoramiento, el representante maléfico de ese caballero oscuro que es el Amor. El enamoramiento sabe jugar bien su papel, y como buen vendedor, nos encandila de tal forma, que en menos de lo que canta un gallo, nos ha vendido el paquete. A esa persona, que acabamos de comprar y poner en las mejores estanterías de nuestro corazón, nuestro cuerpo, nuestra alma, y hasta nuestra casa.

No sabemos como y cuando, pero, de repente, nos encontramos con que esa persona que ha entrado en nuestra vida, viene acompañada de un caballero oscuro. No, no es Dart Vader, el de la guerra de las galaxias, aunque podría serlo, es El Amor. Y este señor tiene la llave del cerrojo de nuestro corazón, da igual que sea mas fuerte o mas grande, el Amor se abre paso y ocupa su lugar preferente en lo mas hondo de nuestra existencia. Pronto nos invita a que llamemos a las amistades y a los familiares para presumir de su compañia. Ellas, con buen criterio nos aconsejaran sobre sus malas intenciones, sobre la premura o la inconveniencia de rendirse a sus encantos, de su mas íntima compañía. Pero el Amor nos habla al oido y nos pide arrogancia, la arrogancia de presumir de sus bondades, y la arrogancia, también, de aferrarse a lo imposible. 

Y si por un momento dudas, porque el murmullo de las voces de tus amigos y familia te hace cuestionar la veracidad de ese Amor, el caballero te toma en sus brazos, mueve su capa y te hace sentir como se elevan tus pies para disfrutar de esa sensación de ingravided que todos tenemos cuando nos sentimos enamorados. Te hace beber de las fuentes de las peliculas románticas, de las fotos del papel couche, o de los seriales radiofónicos para que sientan el burbujeo en tu estómago que te recuerda lo perdidamente enamorado que estás de tu pareja.

Pero el mismo caballero que nos eleva, cuando ha llegado a lo mas alto, nos suelta y hace que nos desplomemos sobre el suelo de la realidad, golpeandote emocionalmente y provocando las heridas mas dolorosas que uno puede recibir en su vida. Las heridas del Amor. Y aturdido mirás hacia arriba y ya no ves al caballero Amor.  Y miras a tu lado y ya no está tu pareja. O está, pero parece lejana, distante, sin prestarte atención porque está mirando a otra persona. Cuan ingrato el Amor que te eleva hasta el cielo con el fin de hacerte caer. ¿Será para aprender?.¿ El que? ¿Una lección?. Si, la lección de que el Amor no es para siempre.

¿Por que no? Porque el Amor es un sentimiento, y como viene se va. Aparece y desaparece. No dura eternamente. Es como un huracán que llega con su fuerza, te arrastra aunque te agarres, te eleva contra tu voluntad pero llega un momento en el que ha perdido su fuerza. Y entonces te deja caer al vacío emocional.

Pero esa fuerza que tiene este sentimiento, en nuestra vida, que domina nuestra mente, y nos obliga a cometer actos trascendentes para nuestra existencia.  ¿Es tan importante?. ¿Cómo le podemos dar tanto poder a un sentimiento? Por este sentimiento, se unen familias, herencias, empresas, países, pero lo mismo que se únen se separan y provocan dolor, destrucción e incluso muerte. No nos damos cuenta de que cuando conquistamos a nuestro amor platónico somos nosotros los que de verdad perdemos los sentidos? Los sentidos… ¡y hasta el juicio¡. Llega un punto en que no nos enteramos de lo que pasa más allá de nuestras narices, porque o no podemos o no queremos.  Quizá hasta se debilita nuestra capacidad intelectual y se erosiona nuestro  sentido común. No merece la pena tanto desgaste intelectual, emocional y psicológico. Si, psicológico, porque muchas personas acaban necesitadas de tratamiento.


Por eso, he llegado a la conclusión de que a el amor hay que disfrutarlo desde lejos. Verlo en las películas, en los culebrones y reirse con el. Admirarlo y ver su fuerza, maravillarse de su poder en los otros. Ver como aquellos que se lo declaran saborean sus palabras, sus sonidos, sus emociones. Y yo cuando lo vea pasar le pediré al caballero oscuro que siga su camino. Que yo ya le conozco, que a mi ya no me engaña mas. 

Por ello, no nos engañemos. Porque aunque se ve perfecto, en películas, novelas, culebrones, etc. el Amor siempre conlleva, a medio o largo plazo error. Desde el principio, cuando te permite atarte a una persona que no conoces bien, a quien ves distorsionada de la realidad, la subes en un pedestal, la idolatras, la misma que un tiempo mas tarde te escupe, te insulta y que incluso te mata el Amor te engaña. Utiliza todas sus armas para hacer de ti un ser indefenso, manejable, lo que permitirá a la otra persona con mayor control de sus sentimientos encadenarte de por vida. Y ya estarás perdido. Habrás muerto como ser independiente emocional y hasta económicamente hablando.

Así pues, querido caballero oscuro, te aconsejo que evites acercarte a mi todo lo posible. Ya lo has hecho muchas veces y siempre he perdido. Pero ahora me siento preparado. Me siento alumno aventajado. Preparado para hacerte frente y no voy a sucumbir mas a tus artes de persuasión. Se acabaron las llamadas, las cenas y los viajes románticos, los regalos, las flores, los anillos. No me vuelves a elevar hasta el cielo, para luego dejarme caer al vacío emocional y darme de cara con el sinsabor, la indiferencia o el odio de una persona por la que hubiera dado la vida.

Seguiré viviendo, sin el Amor, felíz y contento de haberlo tenido, no resignado sino agradecido. Sacaré de vez en cuando el albúm de los buenos recuerdos y lo miraré satisfecho de haber sido siempre honesto, sincero, fiel y generoso. Siempre también agradecido por los frutos recibidos. Esas dos princesas que siempre guardarán mi trono. Y mirare, al final de mis días, cuando pase frente a mi, con respeto, humildad y un poco de tristeza, el desfile mortal del cadaver de todos los sueños que tuve cuando el Amor vivía conmigo.





A pesar del Amor, de su amenazadora existencia, debemos seguir viviendo.