"Vamos, no llores...
La infancia se ha perdido.
La infancia se ha perdido.
La juventud se ha perdido.
Pero la vida aún no se ha perdido.
El primer amor ya pasó.
El segundo también pasó.
El tercer amor pasó.
Pero aún continúa vivo el corazón."
Son palabras de un poeta brasileño llamado Carlos Drummon de Andrade, ya fallecido, y que reflejan la experiencia de muchos de nosotros, cuando hemos perdido el tren del amor. Qué sensación tan dolorosa, que inunda todo nuestro ser y nos hace caer en el mayor de los letargos emocionales. Perdemos la ilusión, no solo por volver a enamorarnos, también, incluso hasta por vivir. Sobretodo en la adolescencia, donde las emociones se mezclan con las hormonas y nos hacen vivirlas con total intensidad.
A lo largo de nuestra vida pasamos por situaciones de Crisis, Estabilidad, Exito y Plenitud. Y no solo en el amor, también en los otros tres aspectos que conforman nuestra vida; La Salud, La Economía y La Red Social (Familia-Amigos).
Alcanzar la felicidad tiene mucho que ver con llegar al punto mas alto de la pirámide; Plenitud en todos y cada uno de los aspectos. Es encontrar el equilibrio perfecto. Sin embargo, hasta llegar a este punto perfecto de la pirámide, debemos pasar por muchos otros estados.
Lo mas común es que estos estén totalmente descompensados. Podemos estar viviendo una situación de exito profesional pero al mismo tiempo vivir una situación de crisis en el amor o en las relaciones sociales. O por el contrario; vivir una situación de crisis en el apartado profesional, pero nuestra apartado de amor o de relaciones sociales estar en un estado de exito y plenitud. Esto provocará que tengamos apoyo para afrontar esa situación de crisis.
Las crisis son necesarias. Son procesos de cambio. La filosofía oriental así lo reconoce. Mantiene la visión positiva del término. Porque la crisis nos lleva a reconocer aquellos errores que nos han llevado al supuesto fracaso, nos enseñan a aprender de estos errores y a poner en marcha, la imaginación y la creatividad. Necesarias para afrontar los nuevos retos.
¿Como es posible, que siendo seres humanos con miles de años de existencia en este planeta, no hayamos aprendido a reconocer las enseñanzas de la naturaleza? ¿Como es posible que siendo los seres mas inteligentes del planeta, sigamos cometiendo tan tremendos errores?. No hay mas que observar lo que la naturaleza para descubrir lo que, el resto de seres vivos, menos inteligentes, pone en práctica y que nos serviría para conseguir mayor grado de felicidad en nuestra efímera existencia.
¿Acaso cada día para todos los seres que habitamos en este planeta, la vida no comienza?. El movimiento continuo que produce que seres nuevos nazcan, crezcan, se transformen y se multipliquen es lo que consigue que otros millones de seres de todas las especies den continuidad a la existencia de otros seres, y estos a los que vendrán en el futuro. Existe una interdependencia global entre mi supervivencia y la de los otros seres con los que comparto existencia. Entonces, ¿Porque, si somos seres inteligentes, no somos capaces de agradar la existencia de los demás, para que esto repercuta en la felicidad de mi existencia?
Traslademos esto a nuestro espacio mas cercano. Nuestros prójimos mas próximos; familiares, amigos, pareja, ex-pareja, compañeros de trabajo (con quienes pasamos la mayor parte de nuestras vidas). ¿Cuanto ponemos de nuestra parte para hacer que su existencia sea lo mas favorable posible? ¿No nos damos cuenta de que favoreciendo que ellos sean felices, encontramos nuestra felicidad?. Felicidad, de nuevo esta palabra tan difícil de llenar de contenido. Aunque esta claro, que el ser humano, reconoce que la felicidad está en todo aquello que se aparta de dolor, de la tristeza. Nuestros momentos mas felices siempre están llenos de alegría, satisfacción, cariño, ternura, amor....
Khalil Gibran, en su libro "El Profeta" escribe; "Vuestra alegría es vuestro dolor sin máscara. Y de la misma fuente de donde brota vuestra risa muchas veces fue llenada con vuestras lágrimas.... El dolor y la alegrías son inseparables. Vienen juntos y, cuando uno de ellos se sienta con vosotros a vuestra mesa, recordad que el otro está durmiendo en vuestro lecho". Por eso, no debemos tener miedo al dolor. Porque el dolor acaba y deja paso a la alegría.
En el caminar diario por el sendero de la vida, donde cada uno escoge con quién ir acompañado, caminamos intentando evitar el dolor. Pero es tarea inútil. El dolor nos acompañará hasta el final del camino. Por tanto, aprendamos a manejarlo, a llevarlo en la mochila, sin que consiga arrastrarnos al suelo de la depresión, de la melancolía eterna, de la desilusión. Sino a descubrir en el la prueba para conocer, en que momento se encuentran nuestras fuerzas, para poder seguir echando pasos a nuestras espaldas.
En esa opción que tenemos, como seres que poseemos la libertad, para poder elegir, quién nos acompaña en el camino, tenemos el mejor de los regalos, que algún ser supremo puso como equipamiento de serie, de nuestro modelo de ser vivo; la capacidad de amar. De poder entrar en el corazón de otros seres humanos y provocar en ellos respuestas maravillosas como la ternura y el deseo. ¿Como no vamos a disfrutar de ellas? Pero, debemos ser conscientes de que el amor no debe ser una atadura, ni una excusa para poseer a otra persona. Porque solo la mano de la vida puede poseer a una persona. Ella tiene la potestad para apartarnos de otra persona, por mucho que nos aferremos a ella. Ella, la vida, es la dueña de la muerte.
Y porque el amor es libertad y pensemos que el es quien dirige nuestro destino hacia otra persona. Debemos asumir que lo mismo que nos pide que nos entreguemos hacia esa persona, un día nos pedirá que la dejemos marchar. Y será entonces, cuando descubriremos la cantidad de nuestro amor. Porque, no es cierto que ¿El amor no conoce su profundidad hasta que no se llega al momento de la separación? Cuanto mas doloroso es este momento, mas reconocemos cuánto amor habíamos puesto en la otra persona.
Demos, el primer paso hacia la liberación de nuestro alma, hacia la plenitud de nuestra satisfacción personal, hacia la cumbre de nuestra autoestima. Dejemos toda aquella carga que lastra nuestro caminar. El futuro es prometedor, siempre será mejor lo que queda por venir, por ello, debemos seguir caminando. Demos hoy el primer paso. Yo, a mis 45 años, me siento a la mitad del camino. Para mi, hay tantas cosas por las que merece la penas seguir. Espero que vosotros y vosotras también. Cada mañana, levantarós con el mismo objetivo; la vida comienza para mi hoy. No esperaré a mañana, para ser feliz. Yo, con esta actitud, provocaré que, hoy, por fin lo sea.
Besos y Abrazos. Espero vuestros comentarios.