27 de abril de 2011

AMOR O COSTUMBRE

En muchos momentos de nuestra vida hemos tenido la convicción y los sueños de saber que cuando nos llegue el amor éste será por siempre y para siempre.

Vivimos en ese mundo en el que esperamos conocer a ese príncipe azul o a esa princesa de la torre del castillo, al cual o a la cual le entregaremos todo nuestro amor y nos amará de tal manera que tornarán nuestra vida en un hermoso cuento de hadas…




Cuanto daño han hecho los cuentos de hadas a las relaciones de pareja. ¿O debemos seguir alimentando estas fantasías? Esta bien, dejemos que los adolescentes sigan creyendo en ellas. Al fin y al cabo, la vida ya les enseñara la realidad unos pasos mas adelante del camino. Tienen que experimentar ese noviazgo maravilloso, en el que se nos llena de atenciones, nos bajan la luna, el sol y las estrellas y nos perdemos de amor por ese ser, así nos vamos entregando a ese sentimiento tan bello y culminamos en el altar nuestros hermosos sueños, para iniciar una vida en común con nuestra pareja.

Al paso del tiempo llegan los hijos, nos enseñaron que es ley de vida y de supervivencia la formación de una familia. Fomentamos ese hogar entregando todo lo que tenemos de cada uno de nosotros, cada día nos levantamos de la cama pensando en cuántos trabajos nos esperan, ese trabajo que hacemos con cariño, con esa “casi veneración” por conservar ese nido de amor en el cual nuestros hijos viven gozando de nuestra atención y dedicación.

Van pasando los años y esa misma rutina nos va envolviendo hasta darnos cuenta que casi llevamos una vida vacía de motivos para continuar y al despertar una mañana contemplamos el rostro dormido de ese ser del cual nos enamoramos y nos preguntamos si es amor lo que sentimos, si tenemos en nuestro corazón ese mismo amor que nos llenó el corazón al conocerle.

Con los altibajos del vivir, con los problemas propios del hogar, de la pareja, la cual muchas veces nos ha fallado en esos sueños que construimos un día, con la conciencia plena de no estar a gusto en esa vida que creímos diferente van llegando esos momentos en que deseamos huir, escaparnos, evadirnos un momento de esa misma rutina, hartos de estar envueltas en un mundo en el que todos se sienten felices, menos tú.

Y te preguntas: ¿Es costumbre lo que siento? ¿Es amor? ¿Por qué ya no me siento feliz con mi pareja? ¿Por qué sus besos y caricias no me erizan la piel? ¿Estaré cansada de vivir encerrada en estas cuatro paredes que se me antojan más que hogar una jaula de oro, prisionera de la vida misma? …Y no sabes en qué momento pasaste de la felicidad, del inmenso amor a una simple costumbre de compartir tus momentos.

Si has llegado a plantearte estas cuestiones es cuando es tiempo de retomar tu vida misma, de mirarte a ti mismo/a y renovarte, de buscar la manera de decirle a él/ella que te está perdiendo, que te mire un poco más, que sea el mismo/a de antes y no se envuelva tanto en sus cosas, en su vida y te dedique un poco más de tiempo, que salgáis a bailar, a cenar, que pasen momentos a solas para que ese amor que se va disolviendo regrese y renazca de tal manera que de nuevo te sientas la princesa  o el príncipe del cuento de hadas aquél que al principio querías fuera una realidad.

La vida en pareja necesita del alimento que nos dan los pequeños detalles íntimos, de la entrega total, tratar de no caer en la rutina de la vida porque ésa es la que hace que el amor sentido se convierta en una simple costumbre. La Vida y la vida de pareja en concreto, esta llena de momentos dulces pero también de momentos amargos. Y en el momento de decidir compartir una vida juntos, cada uno se compromete a hacerle frente a la Vida como venga, junto a esa persona que ama, con la mayor generosidad y entrega posibles. Pero siempre basado en unos sentimientos.

Está en cada pareja cultivar ese amor, para que los problemas, la rutina, el silencio ( que tambien suele ser asesino del amor), no logren apagar la llama y hagan desaparecer esos sentimientos. Dejando paso a la costumbre, al cariño de compañero, pero no a la pasión que surge de la admiración mutua.

Cuando pienso en una pareja que sigue unida sólo por costumbre veo a dos personas que saben que el amor murio pero no se molestan, o se acostumbraron a molestarse. Que se necesitan funcionalmente, o sea, el trabaja y ella se ocupa de la casa, o comparten responsabilidades pero ninguno podría hacerse cargo solo de la casa y familia, y por ende luchan por sostener la situación sólo por que consideran que no pueden seguir sólos. Y esta situación suele etiquetarse de esta manera:"por los niños"

No creo que un distanciamiento sirva para determinarlo, cuando uno se acostumbra a la familia , al distanciarse se extrañan. El amor se cultiva con cariño, si ya no soy capaz de darlo es porque algo pasa. Creo que esta situación se define al encontrarse la pareja sola, sin niños haciendo lío alrededor, cuando no hay testigos. Entonces si estando con mi pareja sigo estando sólo, entonces yo diría que el Amor murió.

Cuando estaba en la universidad me tocó leer el libro de Erich Fromm, “El arte de amar”. Es un libro al que he recurrido varias veces durante mi matrimonio, y al que ahora también recurro. Fromm es más explicito en cuanto a las diferencias entre amor y enamoramiento. "Nos enamoramos cuando conocemos a alguien por quien nos sentimos atraídos y dejamos caer frente a él o ella las barreras que nos separan de los demás. Cuando compartimos con esa persona nuestros sentimientos y pensamientos más íntimos, tenemos la sensación de que, por fin, hicimos una conexión con alguien", sostiene.

Y agrega: "Este sentimiento nos produce gran placer, hasta la química de nuestro cuerpo cambia, dentro de él se producen unas sustancias llamadas endorfinas. Nos sentimos felices y andamos todo el día de buen humor y atontados. Cuando estamos enamorados nos parece que nuestra pareja es perfecta y la persona más maravillosa del mundo. Esa es la diferencia entre enamoramiento y el amor. Empezamos a amar cuando dejamos de estar enamorados".

Creo que es claro que todos somos conscientes que el enamoramiento es un estado transitorio y subjetivo, donde nuestro organismo nos suela la mala pasada de producir hormonas que anulan parcialmente la razón. Pero la sensación es tan placentera y necesaria para el inicio de una relación de pareja que nadie debe evitarla, ni creo que pueda. Pero si que ahora que somos mas que adolescentes, somos conscientes de que deseamos experimentar en nuestra vida, esa admiración mutua que nos haga llevarnos constantemente al estado pasional.

Si eso no existe en nuestras vidas, es porque nuestra pareja ya no es tan perfecta, ni es la mas maravillosa del mundo. Nos ha defraudado tanto, que no podemos verla con la necesaria admiración como para poder amarla. No es raro, ni motivo de escarnio publico. Simplemente, es que la hemos dejado de amar. Y por ello, nos planteamos dejarla. Sobretodo si encontramos a alguien que si nos hace volver a sentir aquello que tanto anhelamos.






Tomar la decisión de romper una relación de pareja es muy difícil, pero de acuerdo a las circunstancias no tenemos otra alternativa. Podría darse porque la relación se está volviendo una rutina de la que no salimos y llega un momento en que estás con esta persona por costumbre y no por amor, también puede ser porque las discusiones son continuas y estás en un círculo del que no puedes salir, o porque simplemente se acabo el amor.


De ser éste el caso, lo mejor es romper y que cada uno siga su camino, pero terminar con la relación no es fácil.Muchos de nosotros tenemos problemas con esto. Ya sea porque no somos capaces de decirlo, debido a las consecuencias de la ruptura y el daño que vamos a causar, o bien porque no somos capaces de dar el primer paso.

   Dependiendo de las circunstancias, hay ciertas reglas que debemos seguir, por ejemplo:

   No evitar el tema, no nos llevará nada, lo mejor es afrontarlo y hablarlo.

   Mantener la calma, no caer en la acalorada discusión, tener presente que es una conversación tranquila en la que ambos debemos mencionar nuestro punto de vista.

   Hablar de ello abiertamente, siendo capaz de expresar los motivos por los que la relación no funciona, que no os de miedo exponer lo que pensáis, probablemente la otra persona piense lo mismo.

   Siempre es mejor hacerlo en persona, jamás lo hagas por teléfono o por otro medio que no sea cara a cara.

   Después de la ruptura, démonos tiempo, lo de ser amigos al momento de romper, no suele funcionar, lo mejor es darse un tiempo sin verse, sin hablar, dejando que se enfríen los sentimientos de desengaño, frustración, amargura. Y cuando esteis mas calmados os encontrareis.




Y mientras tanto.... a Singuelear. Mucho animo y Buena suerte





10 de abril de 2011

SENTIDO Y SENSIBILIDAD

Sentido  y Sensibilidad

Este título a todos os recordará la novela, que después se llevó al cine, escrita por Jane Austen y publicada en 1811, cuyo principal objetivo fue el análisis de las reacciones y reflexiones del alma humana a través de dos personajes, dos hermanas : la primera es reflexiva y dispuesta a aplicar las normas de la civilización en toda ocasión, la segunda es impulsiva y emocional. Yo no leí la novela, pero si vi la película y la recuerdo porque mi actor favorito, y con quién dicen que tengo cierto parecido. El sr. Hugh Grant, aparece en la misma como pretendiente de una de las hermanas.





Aun así, el tratamiento que Austen hace de las dos hermanas es complejo y tiene muchas facetas. La biógrafa de Austen, Claire Tomalin, argumenta que Sentido y sensibilidad tiene una "debilidad en su tratamiento," que se desarrolla porque Austen, a lo largo de la escritura de la novela, gradualmente fue sintiéndose menos segura sobre si es el buen juicio o la sensibilidad lo que debían triunfar.1 Proporciona a Marianne todas las cualidades atractivas: inteligencia, talento musical, franqueza, y la capacidad de amar profundamente. También le reconoce a Willoughby, a pesar de todos sus defectos, el mérito de continuar amando y, hasta cierto punto, apreciando a Marianne. Por estas razones, algunos lectores encuentran que el matrimonio de Marianne con el coronel acabe siendo un final poco satisfactorio

2 El final, sin embargo, une hábilmente los temas del sentido y la sensibilidad aunque haga que la hermana juiciosa se case con el hombre que ama después de largos y románticos obstáculos que se interponen en su camino, y la hermana sensible encuentra la felicidad con un hombre al que inicialmente no ama, pero que era una muy juiciosa elección como marido.

Elionor es el verdadero hilo conductor de la novela. Las posibilidades que la época ofrece a las mujeres (en busca de un marido rico y una vida ociosa llena de fiestas y de visitas) chocan con la sinceridad y la fidelidad al corazón de las dos hermanas, que escogen "los peores partidos", movidas por el sentimiento. Jane Austen expone con maestría las sutilezas del juego que se establece entre nobles ambiciosos, insensibles a todos, la clase media ansiosa de ascender en la vida y el matrimonio como medio de ennoblecerse. Por el contrario, es una pregunta siempre relevante: lo que parece útil a corto plazo, ¿a largo plazo valdrá la pena? La ambición, ¿puede garantizar verdaderamente una comodidad y una riqueza mayores? Los "bobos" que se dejan guiar por sus sentimientos, ¿tienen al final mejores resultados, como parece decir la autora? Es necesaria la virtud.

Existe, pues, desde el principio de los tiempos; desde que el ser humano tiene consciencia del valor de su conciencia, una dicotomía entre actuar de acuerdo a lo que le piden sus sentimientos (mas relacionados con los instintos) o con lo que su conciencia le dicta (mas vinculada a los pensamientos).


Según una de las acepciones del diccionario, sentimiento es la "parte del ser humano opuesta a la inteligencia o razón". El sentimiento siempre es subjetivo, pues cada uno tiene su idea de amor, felicidad o tristeza, mientras que la razón es objetiva e igual para todos. Aunque el diccionario dé significados a los sentimientos, estos solo son generales, una idea básica, pues, dentro de cada persona el concepto de un sentimiento será, aparte de abstracto, individual.

De diferentes maneras y en diversos momentos a lo largo de nuestra vida, nos enfrentamos a decidir entre, hacer lo que la razón nos dice, o lo que mandan los sentimientos. Es una lucha constante que nos hace ser diferentes, -entre otras cosas- a los animales, y es diaria, permanente.



Pero sin cuestionarme eso, puesto que debería meditarlo mucho y no sacaría nada en claro, me haré la gran pregunta: ¿debemos fiarnos de la razón o del sentimiento? Conclusión: no hay que dejar de lado ninguno de los dos conceptos. Si solo utilizásemos la razón, nuestra vida social sería ínfima, pues necesitamos de los sentimientos para expresar nuestras emociones hacia los demás. Y si solo utilizásemos el sentimiento nuestras relaciones serían desastrosas, pues necesitamos controlar el grado de emoción que debemos expresar en cada momento.

Fijaos en este pasaje de el libro de "El Principito".. “Conozco un planeta donde hay un Señor rubicundo. Nunca olió una flor. Nunca miró una estrella. Nunca amó a nadie. Nunca hizo nada más que cuentas. Y todo el día repite como tú: “Soy un hombre serio ! Soy un hombre serio !” y eso lo infla de orgullo. Pero no es un hombre, es un hongo!...”

A veces somos tan racionales que no nos damos cuenta de que nos convertimos en hongos, no en personas. El sentimiento forma parte de nuestra naturaleza. No podemos rechazarlo. Tenemos la impresión de que si nos dejamos caer en el nos va a provocar daño. Porque al ser tan subjetivo, no nos deja ver la realidad. Pero es que el sentimiento, en si mismo, es realidad. Es el síntoma de que estamos sintiendo; amor, odio, tristeza, alegría, recelo, confianza.... por otra persona. No somos hongos; somos personas. 

Son los sentimientos los que nos dan la fortaleza para vivir felices, los que nos hacen tomar decisiones que nos cambian totalmente, -a veces para bien o para mal- son los que nos empujan a accionar las palancas de la vida que, si lo pensáramos muy bien, no lo haríamos, y así dejaríamos de vivir experiencias inolvidables. Es finalmente, lo que nos permite vivir las mejores realizaciones en nuestra existencia.


A lo largo de mi vida, y por mi trabajo en ong,s he conocido a los fundadores de obras tan loables, que llevan alegría y dignidad a muchas personas, y todas coinciden en lo mismo; Lo que les había llevado a fundar cada obra. Todos explicaban que para éllos, el motor que lo había movido a hacerlo, fue el sentimiento de haber visto a otros padecer o haberlo sufrido en sus propias carnes y darse cuenta que al mismo tiempo, iban a encontrar muchos problemas y dificultades para ponerlas en marcha. Que la razón les pedía detenerse, pero dejaron paso a la fuerza que alimenta los sentimientos; la ilusión.  Así pues, los sentimientos son y serán siempre una parte importante de nuestra vida, misma que nos dan oportunidad de realizar cosas a veces inimaginables y de sentirse vivos en este mundo que de pronto se torna demasiado racional.


El problema de esta lucha, se presenta cuando las decisiones entre el sentir y el pensar tienen una probable consecuencia catastrófica, o al menos, no deseable, o bien, cuando estas pueden lastimar a un tercero. También cuando la lucha entre lo que pensamos y lo que sentimos nos cause dolor, intranquilidad o desánimo. Un ejemplo de ello son los celos irracionales, ¿Cuántas veces una persona se consume por los celos cuando verdaderamente no tiene motivos para hacerlo? y la razón le dice que no debe sentirlos, que no hay motivo real, pero el sentimiento ahí está! diciéndole que desconfíe de aquel ser querido. Otro ejemplo sería, el amor irracional por una persona de la cual no debe o puede enamorarse, y sin embargo, el sentimiento ahí está, pero de nuevo la razón le dice que esa persona no le conviene por tal o cual motivo perfectamente lógico! O la simple decisión entre hacer algo que no está permitido desde el punto de vista moral, ético, religioso o sentido común, -debido a las consecuencias que tendría esta acción- y el deseo seductor de realizarlo.

La depresión, cuando no tiene un origen clínico, suele ser también un ejemplo de esta lucha, ya que por falta de un sentimiento positivo arraigado en nuestros pensamientos, se hace presente una amplia gama de sentimientos negativos, que van desde la desesperanza y el desencanto por la vida, hasta los pensamientos suicidas, aun y cuando esa persona tenga muchos motivos para vivir y luchar. Un ultimo ejemplo sería también el miedo, ya que este, a diferencia del susto, siempre será irracional, pues está anclado a la percepción de lo que “puede suceder” sin que necesariamente sea real. El Dr. Jorge Bucay, menciona respecto al miedo: “El susto entra por la percepción y el miedo por la imaginación”. Podría analizar otros sentimientos mas como la ira, el odio, la culpa, pero las explicaciones serían similares.


Sin embargo, el reto consiste en saber, cuando sí debemos dejarnos llevar por el sentimiento y cuando por la razón, o finalmente, como en muchos otros aspectos de nuestra vida, el secreto pudiera estar en el sano equilibrio entre ambos. Tendríamos pues que tener siempre en cuenta algunas variables por considerar, estas son:

1. La ganancia, es decir, ¿Qué es lo que puedo obtener y que es lo que puedo perder? Y ser lo mas objetivo posible!

2. Los valores éticos, morales y religiosos, ya que a fin de cuantas vivimos en una sociedad que se rige por valores morales, en una religión que tiene valores bien establecidos, y como parte de la universalidad vivimos valores éticos también definidos, e invariablemente si nuestra decisión es no tomarlos en cuanta, no perdamos de vista que los estaremos violentando con sus posibles consecuencias. Estos valores nos darán siempre un parámetro mas o menos confiable entre lo correcto e incorrecto

3. Las terceras personas sería otro punto a considerar, ya que una decisión que pude lastimar a un tercero es algo que no nos toca a nosotros asumir, y con ello está implícito también no poner en riesgo la integridad del otro. Independientemente de la consecuencia directa que el otro recibe, recordemos que es muy probable que la relación entre ambos pueda ser dañada irreversiblemente por una decisión mal pensada, o mejor dicho, no pensada.

4. El sentido común, este punto está ligado a la madurez de la persona, ya que no se puede pedir el mismo nivel de sentido común a un adolescente, que a una persona adulta, pues las experiencias vividas, aun en “cabeza ajena”, nos darán más herramientas para decidir.

5. La integridad de la persona que asume la decisión, es decir, tomar en cuenta el riesgo que puede costarle a la integridad no solo física, sino también la integridad como un “ser íntegro”

6. Veracidad, ¿Cuánto de lo que estoy sintiendo, pensado o deseando, es real y cuanto es producto de mi imaginación? Ya que en ocasiones después de asumir el riesgo, nos damos cuenta que no era lo que pensábamos, sentíamos o deseábamos.

Pero al fin de cuentas, en nuestra vida habremos tomado decisiones que no hayan cumplido con estos razonamientos y no haber pasado nada indeseable, así que, si queremos plantear esas variables como una conclusión de esto, también deberemos incluir que; en muchas ocasiones el presentimiento, el anhelo, la premonición o el “sexto sentido” suele ser lo único verdaderamente necesario para saber decidir que hacer frente a esta lucha. Por ello, reitero que quizá en verdadero secreto se encuentre en evitar este enfrentamiento, es decir, buscar el equilibrio entre ambos pensamientos, para no convertirnos en unos anarquistas llevados solo por el deseo y el sentimiento, ni tampoco en unas maquinas que todo lo razonen y nos evite vivir con intensidad la vida, y así, no convertir al sentimiento en enemigo de la razón.

Si aplicamos este método a todos los aspectos de nuestra vida, incluido al del momento de acabar nuestras relaciones. Cuando descubrimos que nuestra vida de pareja se acaba. Y nos planteamos el actuar con equilibrio frente a esta nueva situación. Nos encontraremos que con el sentido común y una justa y necesaria sensibilidad podremos dar solución, de la mejor manera a nuestros conflictos emocionales. Tanto a los que tenemos con nuestra pareja como a los nuestros. A los interiores.




De nada sirve dejarse llevar por el rencor, hacia la otra persona, tratando de justificar nuestras acciones en su contra, nuestra maquiavélica trama para hacerla daño, provocando daños colaterales a nuestros hijos. (daños psicológicos irreversibles) y que no tenemos en cuenta, cuando dejándonos llevar por nuestro egoismo y sed de venganza, nos comportamos como animales en vez de comportarnos como seres humanos, adultos y maduros.

Tantas veces oigo a hombres y mujeres, compañeros de camino en este mundo de singles, de las situaciones dañinas, que todavía perduran, entre ellos, por no haber solucionado, en su momento, el conflicto emocional y haber encontrado una salida, digna, consensuada y terapéutica para todos los implicados; conyuges, hijos y familias políticas.Espero y deseo, que esta reflexión sobre el sentido y la sensibilidad os ayude a buscar solución a vuestros conflictos internos y a vuestros conflictos de pareja. Solo así, encontrareis la paz necesaria para poder rehacer vuestras vidas y disfrutar de ellas, lo que yo estoy disfrutando. Y despues, a Singuelear.. Besos y Abrazos. JM

4 de abril de 2011

HASTA QUE LA RUTINA NOS SEPARE

 El hombre es un animal de costumbres pero no hay que olvidar que la costumbre mata al hombre






hay muchos momentos, a lo largo de nuestra vida, que sentimos que estamos inmersos en la rutina. La rutina es la repetición de un hecho, que se vuelve cotidiano. Pero no tiene porque tener un significado negativos. Solo cuando deseamos escapar de ella es cuando sentimos que tiene consecuencias negativas para nosotros. Pero en otros momentos, cuando exclamamos; "bendita rutina" es porque la añorabamos, de tal manera, que deseabamos volver a recuperarla. Esto, probablemente era porque nuestra vida, tenía tantos vaivenes como una montaña rusa. Y cuando uno siente que su vida es como una montaña rusa, lo que está deseando es llegar a la calma cuanto antes.

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Todos nos quejamos de la rutina y buscamos la forma de evadirla porque nos da la sensación de no estar vivos.En parte es verdad porque según la definición del diccionario, una rutina es una costumbre arraigada o un hábito adquirido por mera práctica que permite hacer las cosas sin razonarlas. Significa que una rutina es un automatismo que podemos hacer mientras estamos pensando en otra cosa.

Por lo tanto, la rutina de alguna manera nos impide ser conscientes del momento presente.¿Pero qué pasa si intentamos cambiar la rutina? Resulta fatigoso porque tenemos que prestar atención a todo lo que estamos haciendo. En consecuencia algunos automatismos son necesarios para no volvernos locos.

La posibilidad de valernos de los automatismos hace que muchos extiendan esta actividad a todos los ámbitos de su existencia, porque es más cómodo, y eso si que es peligroso, porque quiere decir que como seres humanos ya hace rato que están muertos.¿Por qué los seres humanos usamos esta forma de hacer las cosas? Seguramente por una cuestión de economía de tiempo, porque resulta más rápido que estar pensando en cada uno de nuestros movimientos y en cada una de nuestras palabras ante una situación.

¿Pero es realmente tan desagradable y aburrida la rutina como pensamos? Si observamos cómo se conduce nuestro cuerpo en forma natural sin utilizar nuestra mente podremos comprobar que desde que nacemos puede realizar todas sus funciones de la misma manera y de la mejor forma, como una máquina.Sólo modifica alguna de sus funciones cuando nuestra mente se aburre de la dieta saludable y entonces pagamos las consecuencias debido a trastornos funcionales.Nuestro cuerpo es rutinario, es más, adora la rutina de los hábitos que le permiten funcionar bien.

Los niños aman la rutina, principalmente los más pequeños que aún no han creado condicionamientos mundanos. Sufren cuando no se respetan sus horarios y también cuando no están en su propia casa o con extraños.Los adultos también sufren con los cambios que tanto desean. Cada vez que salen de vacaciones sufren desarreglos intestinales que la mayoría atribuye al agua, al aire, las comidas afuera o al sol, pero lo que sucede es que el cuerpo siente que se ha cambiado una rutina a la cual estaba acostumbrado para realizar sus funciones normalmente.

En mi vida diaria, he comprobado que lo que más extrañan las personas que quedan viudas, separadas o divorciadas, son las rutinas. Ninguna de ellas se acuerda de los viajes que hicieron ni de todas las salidas y diversiones que compartieron; sino de la hora del desayuno, la del almuerzo o la cena en casa; el llegar a casa y encontrarse con esa persona amada, los hijos viendo la tele, el beso de buenas noches, etc.

Esta reflexión sobre la rutina nos enseña que no es necesario pretender desterrarla totalmente de nuestras vidas, sino que como todo, requiere que seamos selectivos y utilicemos los automatismos para lo estrictamente necesario tratando de prestar atención, para no vivir todas nuestras experiencias funcionando con el piloto automático.Cuando la rutina agobia, es la señal de la conciencia que indica, que hay que empezar a ser más creativo también con lo cotidiano.

En el caso de las relaciones de pareja, hay que tener claro que evitar la rutina es, siempre, cosa de dos. Si, con el paso del tiempo, la relación se convierte en rutina, y trae como consecuencia el desencanto, y en ocasiones el distanciamiento, se abren paso en la pareja. Para superarlo, es importante reconocer los primeros indicios, cuando aparecen y cómo hacerles frente.


Casi todas las parejas empiezan su relación con amor y grandes esperanzas. Pero el tiempo hace mella en ellas. El encanto de los primeros tiempos se diluye en la rutina del día a día. Piensan que esa persona que prometía ser su mejor amigo para toda la vida, un alma gemela, se ha convertido en alguien con el que se aburren y tienen pocas cosas en común. Se sienten decepcionados con su cónyuge y el matrimonio, y dudan de sus sentimientos.Algunas de las preocupaciones más habituales de estos hombres y mujeres es pensar que ya no quieren a su pareja. Afirman que se aburren, sienten que han evolucionado mientras el otro se ha quedado atrapado en la monotonía. Su pareja ya no es interesante, excitante, ni sexualmente atractiva.


Los primeros indicios surgen cuando, después de haber acostado a los niños, sólo se quiere tener tiempo para sí mismo. Cuando les agrada que su pareja esté de viaje o fuera de la ciudad, cuando a su regreso no se emocionan como antes.Para otros, existen pruebas de que se han desenamorado ya que se sienten solos y poco valorados. Se preguntan "¿No sería más agradable estar con alguien que no diera mi existencia por sentado, que me encontrara especial o que pensara que soy atractivo?. También hay quienes se inquietan porque les atrae otra persona. Este sentimiento, independientemente de que se responda a él o no, en algunas personas suscita serias dudas acerca del amor que sienten por su pareja.

Para muchas, también es problemático cómo se sienten consigo mismas en la relación. Muchas personas afirman: "No me gusto. Me estoy convirtiendo en un refunfuñón. Sé que a menudo hablo con un tono muy desagradable. No me gusta ser así. Me siento vacío. No puedo de mostrar afecto. ¡No siento afecto!"

Las parejas pasan por ciclos y en algunos existen más posibilidades que la rutina se apodere de ellos. El inicio de la convivencia, a pesar de ser un periodo de entusiasmo, puede desembocar en monotonía. La pareja descubre los contrastes entre las expectativas y la realidad; este hecho puede llevar al desencuentro y al distanciamiento de la relación.

El nacimiento del primer hijo es otro momento al que se debe prestar especial atención. El ser padres conlleva una pequeña negociación dentro de la pareja donde queden claros las funciones parentales de las conyugales. Si este acuerdo, no se alcanza, sus efectos en la relación no se harán esperar. Yo vivi la experiencia de tal manera, que al final, desembocó en una separación que duró seis meses. Despúes de estos seis meses hubo reconciliación. Una reconciliación que duró ocho años.Los cambios que implican en la vida familiar la escolarización de los hijos y su marcha del hogar familiar pueden desestabilizar la relación. La dedicación a la pareja debería cobrar mayor protagonismo en estas situaciones.

Muchos estudios sobre la monotonía de pareja, narran como pueden renacer relaciones moribundas y la facilidad con que las parejas invierten todo el desencanto y problemas que solía envolverles, dando un nuevo sentido a su relación de pareja. Si no es así, al final la ruptura será definitiva e irreversible.

 
 Con el tiempo, la rutina nos secuestra y dificulta que destinemos un espacio para conversar con nuestra pareja. Y cuando lo encontramos, a menudo no sabemos de qué hablar porque creemos que “ya nos lo hemos dicho todo”. Estas son algunas sugerencias que te pueden ayudar a romper esas rutinas:

Apagar el televisor, Buscar actividades que estimulen el diálogo: salir a cenar en lugar de ir al cine, donde ni siquiera se ven; o cambiar una tarde tumbados en el sofá por un largo paseo. Salir de la casa y redescubrir la naturaleza les estimulará los sentidos. Hacer cosas juntos, incluidas las tareas del hogar.Compartir los espacios




Tener un espacio vital propio es necesario y puede ser muy positivo para la relación, pero solamente si lo que se hace fuera de la pareja se convierte en tema de conversación. No abusar de los encuentros familiares (comidas de los domingos en casa de la familia política), sino practicar encuentros de pareja, dejando a los niños con amigos, vecinos o familiares. En definitiva; cultivar la vida de pareja con la misma ilusión que cuando eramos novios. Eso si, sin perder nuestros espacios de intimidad, donde encontramos la riqueza espiritual necesaria para seguir compartiendola con nuestra pareja.

Ojalá que nunca tengamos que darle la razón a la frase que he puesto como título a este nuevo artículo del blog; "Hasta que la rutina nos separe" sino todo lo contrario. Que la rutina sea tan agradable y necesaria en nuestra relación de pareja, que no solo no nos separará sino que servirá para estar mas unidos. Buena suerte y bendita rutina.