1 de agosto de 2018

¿HAY VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE EMOCIONAL?

Nuestra vida emocional aparece desde el primer momento de nuestra llegada a la vida extrauterina. Desde el primer minuto en el exterior tenemos la capacidad de percibir sensaciones, pues nuestros sentidos ya comienzan a actuar, y las convierten en emociones a través de nuestro sistema cerebral.Es en concreto en el Cerebro emocional o cerebro límbico. Este juega un papel fundamental en las respuestas fisiológicas ante ciertos estímulos a los cuales nos vemos expuestos. Es decir, es el encargado de generar las acciones emocionales a través de algunas estructuras que forman parte de este sistema.  

Pero, también somos capaces de expresarlas. ¿Cómo? Pues con los actos o palabras y, en los primeros años, de forma instintiva, sin asimilarlas. Porque si asimilamos las emociones en el pensamiento, en nuestro cerebro comenzamos a desarrollar nuestra inteligencia emocional. Aprendemos a reconocerlas cuando se repiten, a razonarlas y regularlas, tanto en nosotros mismos como en los demás seres que se encuentran en nuestro entorno. Puesto que somos seres gregarios, seres sociales que debemos relacionarnos siendo capaces de manejar nuestras emociones y las de los demás para crecer, buscamos en la comunicación con el otro el completarnos como seres humanos y multiplicar nuestra especie. Por eso necesitamos reconocer cada una de las emociones.

Las emociones están muy relacionadas con los sentimientos. Estos nacen de nuestras emociones. Si ponemos un ejemplo lo entenderemos. Cuando alguien o algo nos provoca una emoción, se comienza a desarrollar un sentimiento. Si alguien nos acerca comida cuando tenemos hambre y nos la quita cuando vamos a comerla, nos produce un sentimiento de odio, pero si no lo hace sino que nos sigue alimentando, nos provoca un sentimiento de cariño. Cuando una persona con su físico, su forma de hablar, sus gestos, sus acciones, nos despierta emociones afectivas positivas, de forma constante, comienza a crecer un sentimiento que, con el tiempo crece y que denominamos Amor.






El amor es un sentimiento afectivo que dirige nuestra vida emocional. Lo que nos diferencia de otros seres vivos en los que solo perciben la vida, a través de los instintos.  En una primera parte de nuestra vida, en la infancia y la pubertad, que sería la segunda parte de nuestra infancia, nuestro cuerpo juega un papel importante en nuestra vida, y esta dependencia hace que ella tenga una carga instintiva mayor que emocional. Nuestra consciencia de nuestro cuerpo, de nuestro físico comienza a provocar emociones. Emociones y pensamientos afectivos, hacia uno mismo y hacia su entorno. Muy especialmente hacia sus progenitores.  Es el comienzo del descubrimiento del sentimiento Amor. 

Este sentimiento que se hará más fuerte con la llegada de la adolescencia. Es, aquí,  en la etapa de la adolescencia donde los instintos básicos darán paso a la percepción del enamoramiento. El enamoramiento es la emoción elevada al máximo nivel. Cuando se produce es porque nuestro cerebro genera una cascada de reacciones químicas cuando percibe la coincidencia de patrones emocionales entre dos personas, haciendo que las partes racionales y lógicas del cerebro sean mas pasivas.  Esta cascada química produce una gran secreción de neurotransmisores provocando aumento de energía, euforia y falta de capacidad de concentración. Esta primera etapa de euforia, va calmándose cuando nuestro cerebro percibe que la persona de la que nos hemos enamorado ya esta junto a nosotros cada día y es lo que se llama estado emocional de Amor.

Es entonces cuando nuestra vida emocional ha pasado a un siguiente estado donde ha conocido el sentimiento que mueve las relaciones humanas; El Amor. Un amor que ya no es el maternal. Es el Amor de Pareja. Quizás en esta etapa ya se haya descubierto también su sentimiento antagonista; El Odio. Amor y Odio son los sentimientos principales que van a guiar nuestra vida. El Odio es el sentimiento contrario al Amor. Cuando alguien ama a otra persona o personas, desea estar junto a ellas. Cuando las odia no. A no ser que haya procedido al suicidio emocional, algo de lo que hablaremos a continuación.

Existe otro tipo de situación intermedia entre el grado máximo del amor y el odio y que se identifica como el sentimiento de amistad. Amamos a otras personas lo suficiente como para compartir parte de nuestra vida con ellas, pero no completamente como para convivir con ellas. Porque, en alguna medida existe odio hacia ellas. Es un odio no reconocido, pero odiamos algún aspecto de su persona, de otra manera, conviviríamos con ella. Y aunque hay amistades que comparten gran parte de nuestros sentimientos. No llegan a alcanzar el grado suficiente como para ser pareja. Y ha de ser así, porque hemos marcado unas pautas sociales de comportamiento que distinguen estos grados de vinculación afectiva. Somos seres sociales, regulamos nuestra actividad social y de ello depende nuestra felicidad, clasificando a las otras personas por el grado de amor/odio que las profesamos.

Así, a lo largo de nuestra vida, además de nuestros seres mas cercanos; la familia, nos vamos acercándonos a otras personas, y las vamos manteniendo a nuestro lado o no, dependiendo de nuestro grado de amor u odio hacia ellas. El amor hacia nuestros progenitores, nuestros descendientes, y nuestras parejas es el mas importante en grado, y por ello, les dedicamos mayor tiempo. Las amistades, vecindades, compañeros laborales, etc. es un amor en menor grado. Y aquellas personas que nos han hecho daño quedaran aisladas, total o parcialmente de nuestras vidas. Pero, en cualquier momento cualquier persona, tanto de nuestro entorno mas cercano, como lejano, puede provocarnos un cambio de estado emocional suficiente como para amarlo o despreciarlo, en mayor o menor medida. En esto se basa nuestra vida. Cubrir nuestras necesidades fisiológicas alternándolo con nuestras necesidades emocionales.

Nuestra vida depende de que vayamos alimentando nuestro cuerpo con todo aquello que lo hará crecer y mantenerlo. Pero, también, y, mucho más importante porque si falla puede hacer que descuidemos esta primera actividad humana, alimentar nuestra vida emocional con aquellas emociones que nos harán crecer sentimientos positivos y mantener en buen estado mental. Lo que hará que nuestra consciencia nos siga animando a buscar la felicidad plena.







Tan importante es nuestra vida emocional, que si no somos capaces de manejarla de forma positiva, afectará a nuestra salud mental, y a nuestro instinto de supervivencia, llegando incluso al suicidio emocional. Al abandono voluntario de nuestras emociones, a un abandono de nuestra autoestima, en favor de los sentimientos de la otra persona. Sentimientos que han llegado a dominarnos totalmente. Esta situación de abandono emocional puede conseguir que nos odiemos a nosotros mismos y, en un determinado momento llevarnos al suicidio físico, o, en un acto de rebelión contra nuestra otra parte tirana y dominadora emocional al asesinato. Y ocurre porque se ha llegado a un punto en el cual, se ha perdido la batalla frente a las emociones. La persona no ha tenido la suficiente fuerza emocional para enfrentarse a ellas, racionalizarlas y convertirlas en positivas. 

Nuestros pensamientos son, la mayor parte del tiempo, destructivos. Nuestro cerebro los genera para provocar nuestro crecimiento personal, para estimular la reacción. Estamos percibiendo todo tipo de mensajes diariamente, estos mensajes son tamizados a través de nuestro cerebro. Y son los que provocan emociones, sentimientos y reacciones. Algunos hacen que perdamos nuestra capacidad de razonamiento y de lógica, llevándonos a dejarnos llevar por nuestra área instintiva, básica y primigenia.

El Suicidio Emocional comienza cuando una persona ha llegado a un estado de euforia emocional tal que ha idolatrado a la otra persona de tal manera que cree conveniente dejar de lado sus necesidades emocionales para evitar que la otra parte la abandone.  Puede ocurrir en el ámbito de las relaciones familiares y de amistad, pero es más común, en el de las relaciones de pareja porque son las más intensas, emocionalmente hablando.

En la necesidad biológica de reproducción, el ser humano, como especie, ha desarrollado en el cerebro junto a la percepción de atracción física, la atracción emocional y racional. En la la prehistoria la mujer escogía varones físicamente dotados para la caza, lo que permitiría el sustento alimentario para el desarrollo de su prole. En la época moderna, esta visión mas primaria se ha visto ampliada a la búsqueda de hombres que cumplan los objetivos de estabilidad económica necesaria para la satisfacción de todas las necesidades de confort que la sociedad del siglo XXI establece, pero, en el fondo, sigue siendo la misma.

A pesar de la lucha por la igualdad del feminismo, se sigue perpetuando, de generación en generación, el patrón parental que identifica al hombre como sustentador de la unidad familiar. Un modelo que lleva a la mayoría de las mujeres a poner por encima de las aptitudes emocionales las aptitudes sociales y laborales. Y es esta la base sobre la cual se asentará para ella el sentido de pertenencia familiar que genera la pareja, la primera célula social, dando paso, posteriormente, a la nueva familia, a el clan, a la comunidad, hasta llegar al concepto de sociedad. (el más alto grado de asociación humana).

La vida de pareja se sustentará sobre un sentimiento, pero influenciado por las aptitudes sociales y laborales.  Un sentimiento que nació de una emoción que aprendimos en la adolescencia; el enamoramiento. En la medida en que ambas partes de la pareja sepan reconocer las etapas por las que han pasado y aprendan a desarrollar este sentimiento con la inteligencia emocional, esta relación será duradera y fructífera. Pero si solo se basa en las aptitudes sociales y laborales, el débil sentimiento se acabará y provocará la separación de las partes. Dando pié a una crisis emocional, que yo denomino “Coma Emocional”; un punto donde no llega la muerte emocional, pero nos puede dejar en un primer estado vegetativo, que necesitará de mayores o menores dosis de reanimación terapéutica, dependiendo de la profundidad de su estado,  para volver al paciente a la vida emocional estable.






Este estado de coma emocional, puede ser producido por la decisión de una de las partes de abandonar el estatus de pareja, o por el fallecimiento de una de ellas.  En el segundo caso, el fallecimiento de una pareja, además provoca que este coma pueda ser permanente. Es el caso de personas mayores que han pasado la mayor parte de su vida con la misma pareja, han llegado juntos a la ancianidad y en esta última etapa su pareja desaparece. Es un estado de luto, de duelo emocional permanente y que durará hasta el final de sus días.

A diferencia del Coma,  el suicidio emocional se produce en las primeras etapas de la vida, (adolescencia y edad adulta), etapas en las que comienzan nuestras relaciones de pareja, ya sean primeras o posteriores. Buscamos a aquellas personas, como dijimos antes, que provocan en nosotros; primero atracción física, y en segundo lugar; atracción emocional. Compatibilidad genética y emocional son los ingredientes necesarios para que una pareja sienta atracción y se plantee una vida de pareja. Los condicionamientos sociales y culturales entran en juego también, y forman parte del proceso de selección. Tendemos a buscar parejas que se asemejen mucho a los miembros de nuestro entorno más cercano, nuestra familia. Y, especialmente, a nuestros progenitores. Pues estos han sido nuestro modelo más cercano.  Inconscientemente existen en nuestro cerebro unos parámetros  genéticos, sociales y culturales, que nos incitan a seleccionar nuestra pareja para continuar con nuestra especie.

El Amor, es un sentimiento generoso, pero no nos puede llegar a convertirnos en idiotas. Porque la vida en pareja no es el instrumento para dominar o subyugar a la otra persona, sino el medio para conseguir que cada persona desarrolle al máximo toda su capacidad de amar. Que es lo que le hace al ser humano conseguir una vida plena. Es el sentimiento de sentirse amado, y de sentir que posee capacidad de amar, lo que hace que el ser humano se reconozca feliz. La felicidad no es el sentimiento, es el estado de ánimo que aparece cuando estamos disfrutando del sentimiento llamado Amor.  

No existe otro objetivo, por parte del ser humano, que llegar al fin de sus días habiendo alcanzado los más altos niveles en la capacidad de amar. Porque es a través de nuestra capacidad de amar a las personas y a aquellas pequeñas cosas, a través de cómo llegamos a las metas deseadas.  Pero no las metas materiales, sino las espirituales. Pues como decía el filósofo Sócrates; “El secreto de la felicidad no se encuentra en la búsqueda de más, sino en del desarrollo de la capacidad de disfrutar de menos” Y,  como dice en las sagradas escrituras; “Se nos juzgará, al final de los tiempos, por nuestra capacidad para haber amado”. 






El mundo sería mucho más agradable para la vida si todos pusiéramos en práctica permanentemente nuestra capacidad de amar se antepusiera a nuestra capacidad para tener. Vivimos en una etapa de la historia donde nuestros instintos nos dominan. Donde le damos más importancia a nuestra capacidad para cubrir nuestras necesidades físicas, que nuestras necesidades espirituales. Antiguamente los seres humanos se suicidaban mas por desamor. El amor era parte más importante en sus vidas que los bienes materiales. En la época actual, hoy la gente se suicida por tener las cuentas bancarias vacías y mata por problemas materiales mas que espirituales. Vivimos en una sociedad enferma emocionalmente hablando. Que antepone el valor de lo material a lo espiritual. No hay más que ver como con la crisis muchas parejas se han roto; “Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor sale por la ventana.” 

Vamos buscando desesperadamente la Sociedad o el Estado del Bien Estar. Cuando tendríamos que estar buscando la Sociedad del Bien Amar. En las escuelas en vez de enseñarnos a ser hombres y mujeres con un futuro prometedor en los negocios, deberían enseñarnos a ser hombres y mujeres con la inteligencia emocional suficiente como para evitar la desaparición de nuestra especie con un suicidio emocional colectivo.  Me viene a la memoria la película en la que Bruce Willis es protagonista. “Los Sustitutos” donde se ve a una sociedad en el futuro donde los humanos manejas a sus robots avatar desde casa,  y son estos los que viven su vida. Todos los humanos han abandonado su vida real dejándola en manos de los robots. Este será nuestro futuro cuando se produzca el suicidio emocional colectivo. Y parece que hacia el vamos.

Después de la Muerte Emocional hay vida si, pero solo si somos capaces de entender que en nuestras siguientes oportunidades para relacionarnos con otros seres humanos, pongamos mayor inteligencia emocional para convertirnos en seres que han aprendido a gestionar sus emociones, de forma positiva, para generar felicidad. Una felicidad basada en el Bien Amar. Aunque siga habiendo seres humanos que sean felices ganando más dinero, recibiendo honores y aplausos, batiendo records, etc., todo ello si está motivado por el amor hacia otros y no hacía su propio ego será motivo de felicidad seguro, debemos conseguir que haya mas seres humanos preocupados por ganar mas familia, recibir a mas amigos, batir el record de abrazos entre vecinos, etc. etc.