21 de mayo de 2011

SEGUIR APRENDIENDO EN EL ARTE DE AMAR



¿Debemos de seguir cada día aprendiendo a amar? Pues si. Quien crea que ya ha dominado este bello arte habrá llegado a una conclusión errónea, porque soy de la opinión de que nunca se deja de aprender en cada una de nuestras facetas de nuestra existencia. 







Pero en esta de amar, donde entran en juego, aspectos tan subjetivos como los sentimientos y tan infinitos como las personas, creo que nadie puede dar lecciones de amor. Ni tampoco llamarse maestro. Yo tampoco lo pretendo. Dios me libre. Todo lo que yo escribo, como bien sabeis es por este afán, que yo también tengo, de seguir aprendiendo, cada día, de las relaciones humanas, de las sentimentales, y de este gran arte que es el "arte de amar".Se habla mucho de amor, pero se ama muy poco, porque amar es un arte y como tal, lo debemos aprender y seguir practicando y perfeccionando mientras vivamos.


La mayoría creer amar, pero en verdad son escasos los que tienen la capacidad de hacerlo, porque para amar hay que haber pasado la barrera del egoísmo, hay que haber alcanzado una madurez física, síquica e intelectual, pero sobre todo hay que haber alcanzado una madurez espiritual que haya permitido crear un Yo superior, un eje central que nos permita vivir intensa y verdaderamente el momento presente, el único que en verdad nos pertenece. Ese yo superior es nuestra consciencia de ser protagonistas de nuestro propio destino final, y la capacidad que tenemos del libre albedrío sobre ese momento presente.


Para amar, primero hay que haber aprendido no a soportar, sino a disfrutar de la propia soledad y en medio de ella, haber llegado a lo más íntimo de nosotros mismos y en este auto conocimiento, haber aprendido a aceptarnos tal como somos, con nuestras virtudes y defectos, con nuestras limitaciones y también con nuestras posibilidades. Pero también las virtudes, defectos, limitaciones de los demás. Especialmente de aquella persona de la que nos hemos enamorado. Aceptar que no es como nosotros queremos que sea, o como nosotros la habíamos imaginado.Cuando este auto conocimiento se ha hecho en forma sincera, se alcanza una gran armonía interna y es gracias a ella que podemos acercarnos al ser amado, no para llenar nuestra soledad, sino para compartir nuestras experiencias, nuestra alegría y nuestra riqueza espiritual.


Asi pues, Para amar, primero hay que haber alcanzado el propio centro vital, para poder entregarse sin perderse, para poder crecer juntos, pero sin que ninguno de los dos pase a ser parásito del otro, porque hay que entender que el otro es una individualidad y no puede ser propiedad privada de nadie, ni vivir a través de otro.


Para amar, primero hay que haber alcanzado la propia individualidad y la propia libertad para poder entender y aceptar que el ser amado tiene también sus propios pensamientos y sentimientos y que sus sueños, no tienen por qué ser similares a los nuestros.


Para amar hay que aprender a ver y a aceptar al ser amado en su exacta dimensión y no pretender cambiarlo para que se ajuste a lo que uno a imaginado o como quisiéramos que fuese. Esta es la única forma de respetar la individualidad de la otra persona y poder amarla sin autoengaños.


El Amor no alcanza su validez o su solidez en los juramentos hechos en momentos de pasión desenfrenada, ni menos en las firmas estampadas en un papel frente a un juez, ni siquiera ante un sacerdote. El amarse, el estar juntos durará hasta que dure la atracción física, la comunión de los espíritus, mientras haya comunicación, empatía, confianza, fe y comprensión. Si esto no es así, el amor habrá muerto.


Amarse es una decisión libre, parte de la base de que dos almas libres que se están entregando lo mejor de sí, que están creciendo juntas, pero en forma individual y que no apuestan al futuro, porque no sólo no lo conocen, sino que es más, porque no les pertenece. Ni ellos tampoco se pertenecen. Por lo que, a pesar de la entrega, no pueden reclamar la propiedad el uno del otro.


Amar, como la mayoría de la gente entiende, corresponde al deseo de poseer, de esclavizar con celos y exigencias. A veces se ha dicho; Si tiene celos es porque ama. Eso no es amor, es posesión. Saber amar corresponde a la necesidad de comprensión y entrega. Quién sabe amar es feliz dando sin esperar nada a cambio, porque el Amor encierra en sí, su propia plenitud. Es duro, pero el amor es desinteresado, y tiene que serlo a pesar de no ser correspondido. 


Saber amar significa tener curiosidad por el ser amado, interesarse por su vida de cada día, por sus gustos, anhelos, preocupaciones y realizaciones. Significa buscar al amado en las realidades visibles y encontrarlo en las invisibles. Es reconocer sus virtudes y comprender y aceptar sus carencias y defectos. Es estar presente cuando el ser amado lo requiere, el amor sin poder adivinatorio es rudimentario, hay que saber presentir los deseos para adelantarnos a ellos y escuchar lo que dicen los silencios, lo que anhelan las miradas.


Para vivir una vida plena con la pareja, hay que aprender a relacionarse y comunicarse aprovechando todas las oportunidades en que están juntos. El ayer pasó, el mañana no ha llegado, sólo se dispone del hoy, y es a este Ahora, al que hay que sacarle el máximo partido, procurando ser consciente de todo lo que se hace o dice, preocupándonos de los pequeños detalles que pueden hacer feliz al ser amado y por ende, a nosotros mismos. La interacción mutua en el presente es lo que da significación y dinamismo a la pareja, evitando así caer en la monotonía que desgasta y mata el amor. Porque, entonces, el mañana ya no existirá.


El amor no puede ser estático porque todo lo estático muere, él debe ir creciendo pero para que esto suceda es preciso alimentarlo y cuidarlo porque se marchita bajo la presión brutal de las exigencias, de los celos, las desconfianzas o las esperanzas desmedidas. Cada día debe ser distinto y no caer en la rutina. En la costumbre. ¿Amor o costumbre? (ver artículo anterior)


Sólo cuando la persona ha logrado encontrar su propia identidad y está a gusto consigo misma, está preparada para amar e intimar en forma real con la pareja. La identidad no puede buscarse en un mañana. Es algo que se va encontrando cada día. Hay, por tanto, que sentirla en el presente y en la vida cotidiana, sin esperar acontecimientos especiales.No es posible amar si primero no se ama a sí mismo. Cuanto mejor uno se sienta en la propia piel y sea feliz con su entorno, mayor será la capacidad de amar, porque en la medida que uno va corrigiendo los propios errores y defectos, va incrementando la capacidad de fundirse con los demás, de entenderlos y amarlos.


Distingamos, además, entre amar y enamorarse. Amar es un acto voluntario y consciente, en cambio enamorarse es soñar con algo irreal, con un ser que existe en la imaginación y que poco tiene que ver con la realidad. Es una enajenación mental transitoria, que puede traer como consecuencia, el desengaño, la frustración, el desencanto que, luego, achacamos al amor. El enamorarse es un acto ciego y a menudo irracional, que termina con la misma rapidez que comienza.


El enamoramiento está lleno de celos, inseguridades, angustia, deseo de posesión, necesidad de estar lo más posible junto a la pareja porque se tiene miedo a perderla. Se tiene temor a despertar porque inconscientemente se sabe que sólo es un sueño. En la medida en que seamos conscientes de los peligros y de las consecuencias del enamoramiento, sabremos afrontar con exito un desengaño o el paso al siguiente estado; el del amor.


Por ello, para amar, hay que tomarse el tiempo para conocerse, gustarse y sobre todo para llegar a ser natural y sacarse las máscaras y ser nosotros mismos ante el ser amado, sin avergonzarnos y sin temor a ser rechazados. El que ama es feliz, porque tiene confianza, no sólo en el ser amado, sino también en su propia capacidad de amar y ser amado. No necesita verse en forma permanente, porque su unión no es simbiótica, sabe que su unión trasciende el tiempo y los hechos físicos.


Si pusiéramos la misma pasión que ponemos en el amor, en el aprender sobre la capacidad de amar, conseguiríamos disfrutar mucho mas de nuestras relaciones de pareja. Pero, creo que el secreto esta en vivir sabiendo que nunca dejare de aprender, y que por tanto debo estar siempre con esa actitud de aprendizaje. De sacar lo positivo de aquello que sentimos como negativo, de reconocer que como seres humanos que somos nunca estaremos a gusto con lo que tenemos y que siempre desearemos mas. De saber que es en la búsqueda de esa perfección donde reside el placer de vivir la vida con plenitud. Que es en la pasión por vivir donde reside la verdadera felicidad.






Vivamos pues con esa actitud, la de aprender, la de poner pasión en todo lo que hacemos, la de reconocernos y reconocer en los demás nuestra imperfección, y la de buscar el amor en los demás sin pedir nada a cambio. Sigamos aprendiendo a disfrutar del camino, siempre en la mejor compañía. La nuestra. 




2 comentarios:

  1. Es claro que debemos aprender a amar cada día porque si no fuera así, no fracasaríamos tantas veces en el amor.

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  2. Muchísimas parejas fracasan porque confunden la pasión con el amor. Se casan con la total convicción de amar a su pareja y cuando desaparece la pasión, rompen la relación porque piensan que el amor se ha ido, (cuando la realidad es que el amor verdadero llega cuando la pasión ha disminuido).

    Beatriz

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